Venecia (Italia), 30 ago (EFE).- Siempre indómita y ostentosa, la ex primera dama filipina Imelda Marcos está detrás de la ambición política de su primogénito con el objetivo de recuperar así su estatus pasado, según un nuevo documental presentado hoy en Venecia.
La documentalista Lauren Greenfield presenta fuera de competición la cinta «The Kingmaker», un título explicito -creadora de reyes-, con el que pretende mostrar la influencia de la «señora» en la política actual tras su caída en desgracia en 1986, al finalizar el tercer mandato presidencial de su marido, Ferdinand Marcos.
«El objetivo es describir a alguien que tiene una influencia en la sucesión del poder sin ser candidato, eso le representa», indicó la realizadora en la rueda de prensa en la Mostra.
La cinta, muy aplaudida en el festival, comienza con una íntima entrevista en 2014 con Imelda para avanzar con un seguimiento a sus años de oro y un repaso a la actualidad de un país, Filipinas, que se debate sobre el repudio o la añoranza del legado de los Marcos.
No faltan las confidencias, la versión propia que tiene de su dinastía, reemplazando su historial corrupto con un extravagante discurso matriarcal y de amor por su país. Porque, ante todo, ella se considera a sí misma una verdadera «madre de la patria».
Esto aunque hayan pasado más de tres décadas desde la estruendosa caída de la «dictadura conyugal» que formó con Marcos entre 1965 y 1986, gobernando ocho años con la ley marcial y dejando como legado un ominoso historial de violaciones de los derechos humanos.
A lo que siguió un exilio en Hawái (EE.UU.) durante un lustro, un retorno y sus más de cuatrocientos procesos por corrupción, acusados de expoliar las riquezas del país del Pacífico.
Y es que, a sus 90 años, Imelda sigue siendo la representación de una antigua clase dominante, desde que se hizo célebre por visitar las paupérrimas barriadas de Manila enfundada en pieles y joyas, o por su legendaria colección de más de 3.000 pares de zapatos.
Ejerció, en opinión de Greenfield, como una «diplomática» de Marcos, como la mano que mecía su Gobierno, y en el documental hasta se jacta de contribuir al final de la Guerra Fría.
No faltan los recuerdos de sus reuniones con Richard Nixon, con Sadam Hussein, con Mao Zedong, con Muamar el Gadafi o con el -entonces- prometedor empresario, Donald Trump.
Pero lo más interesante de todo es que con su cinta, grabada en cinco años, la directora explora de forma aguda sus aún vigentes ansias de poder, esta vez depositadas en la esperanza de que su primogénito, el senador Bongbong, alcance la vicepresidencia del país o, es más, la propia poder, la presidencia.
De ahí lo de «creadora de reyes», pues para muchos Imelda fue el auténtico poder oculto en el Gobierno de Marcos, es la que impulsa las ansias políticas de sus vástagos e incluso ha financiado supuestamente el ascenso al poder del actual presidente, Rodrigo Duterte.
«Era esencial en el éxito de Marcos, iba por el mundo como si de una diplomática se tratara, mientras que ahora mantiene a su familia, apoya a su hijo, le ha ayudado en su campaña electoral y ha impulsado a Duterte», aseguró la premiada directora.
Tal es así que Duterte permitió el entierro del dictador Marcos en el panteón de los héroes de Manila, suscitando críticas, y hasta ha adelantado que está dispuesto a renunciar a su cargo si le sustituye Bongbong Marcos Junior por considerarle «cualificado».
Y es que los Duterte y los Marcos, dos de las castas políticas más influyentes de Filipinas, mantienen una buena relación y una sustanciosa alianza electoral, basada, según el documental, también en la difusión de noticias falsas en las redes sociales.
Por ello la directora realizó un llamamiento contra la desinformación: «Necesitamos la realidad, debemos comprender de dónde llegan los hechos, ser capaces de apoyar la democracia. Tenemos que tener información fiable», exigió desde Venecia.
Esto porque, como la historia reciente demuestra, nada puede descartarse en los tiempos de internet: «Nadie quiere creer el sueño estúpido de los Marcos pero a menudo se ha tratado a esta familia como personajes de los que reírse, como pasó con Trump. Pero luego ganan ellos», advirtió.
Por el momento desconoce la opinión de la familia sobre su obra pues, ha afirmado, no se la ha enseñado.
Por Gonzalo Sánchez