Lima, 23 ago (EFE).- La Amazonía estuvo presente este viernes en la ceremonia de inauguración de los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019, justo en un momento donde la comunidad internacional sigue con preocupación los incendios que desde hace casi tres semanas siguen vivos en las selvas de Brasil, Bolivia y Paraguay.
Sobre el Estadio Nacional de la capital peruana, parte de los casi 2.000 deportistas que participarán en las distintas competiciones desfilaron frente a un inmenso árbol, forma que había adquirido para ese instante el tótem prehispánico que presidió el escenario durante todo el espectáculo.
El inmenso monumento estaba inspirado en el obelisco de Chavín de Huántar, el primer gran centro religioso de peregrinación del Antiguo Perú, surgido hace 3.500 años en el corazón de los Andes, y esa misma representación adquirió distintas formas y colores durante la ceremonia, más allá del árbol.
Del mismo tótem surgieron después del desfile dos niños con diferentes discapacidades, uno carente de una pierna y otro con dificultades motoras, quienes fueron los grandes protagonistas de la ceremonia.
Por momentos estos dos chicos momentos se llevaron toda la atención en esta historia creada por el director artístico español Hansel Cereza que tuvo muchos aires a un espectáculo del Circo del Sol, donde también ha trabajado.
Estos dos hijos del tótem forjaron una amistad en una de las tantas civilizaciones prehispánicas que habitó el Antiguo Perú pero fueron separados abruptamente por un cataclismo que llenó de lava los ríos y de fuego las tierras donde jugaban.
Hecha la oscuridad con la catástrofe, del tótem nació el haz de luz que atravesó la tierra gracias a los efectos de imagen sobre el escenario para crear una nueva galaxia y de ahí una nueva era actual y luego futurista donde los dos amigos, ya crecidos, se volvieron a encontrar.
Juntos escalaron el sagrado monumento que los vio nacer hasta el pebetero instalado en la cúspide del tótem y, después de los discursos protocolarios, este fue prendido por el peruano Jimmy Eulert, triple medallista de oro paralímpico en natación, en uno de los momentos más emotivos y esperados de la noche.
La llama parapanamericana había sido encendida tres días antes en Pachacamac, uno de los oráculos más importantes del Antiguo Perú, ubicado en el sur de la capital peruana, y desde ahí había recorrido una serie de huacas, edificios de las distintas civilizaciones prehispánicas que aún se conservan dentro de la misma ciudad.
Una vez inaugurados los Juegos llegó la música de la mano de la banda peruana Bareto, y con ellos se volvió a hacer presente la Amazonía y su cumbia tropical.
«Que nos escuchen en todo el mundo pero especialmente en nuestra selva, que está pasando un momento difícil», dijo Rolando Gallardo, vocalista de Bareto, antes de entonar «Se ha muerto mi abuelo», la canción más famosa de Juaneco y su combo, emblemática formaciónde la cumbia psicodélica surgida en la Amazonía peruana en los años 60.
Con las tribunas casi llenas del Estadio Nacional, el éxtasis llegó con «Cariñito», uno de los temas tradicionales más queridos y sentidos por los peruanos, que se convirtió en el himno no oficial de los Juegos Panamericanos celebrados hace solo unas semanas.
Ahora seguirán nueve días ininterrumpidos de competiciones en diecisiete deportes distintos, de los que quince de ellos hay posibilidad para sus participantes de clasificar para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Entre los deportes en competición están el atletismo, bádminton, baloncesto en silla de ruedas, bocha, ciclismo, fútbol 5, fútbol 5, golbol, judo, natación, halterofilia, rugby en silla de ruedas, taekwondo, tenis de mesa, tenis en silla de ruedas, tiro y voleibol sentado.
Participarán figuras del deporte adaptado como la velocista cubana Omara Durand, el tenista argentino Gustavo Fernández, los nadadores brasileños Daniel Dias y Edenia García, el ciclista colombiano Alejandro Perea, el pentatleta estadounidense Jeremy Campbell y la levantadora de pesas mexicana Amalia Pérez.
Fernando Gimeno