México, 21 jun (EFE).- La Ciudad de México, que durante años fue un diamante sin apenas fisuras protegido de los altos números de homicidios en otros estados del país, ha dejado desde hace meses de ser esa joya intocable para los criminales.
De enero a mayo se registraron 756 víctimas de homicidios dolosos en la capital, un 37,5 % más que en los 5 primeros meses del año anterior, según las últimas cifras reportadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
La ciudad parece haberse contagiado de la inercia cruenta de los estados más peligrosos del país, que en el mes de mayo batió el récord de asesinatos en lo que va de año, con 2.903.
De seguir así, algunos expertos estiman que este año podría superar al anterior, el más violento de la historia de México -con 33.369 asesinatos- desde que se tienen registros.
En la capital, según el registro oficial, se ha visto cómo de 2015 a 2019 las víctimas de homicidio en los 5 primeros meses del año se han duplicado.
Si en 2015 se contabilizaban 341, en los años posteriores siguió subiendo hasta llegar a las cifras actuales.
En los primeros 5 meses del año se contabilizaron 362 víctimas en 2016; 464 en 2017; 550 en 2018 y, finalmente, 756 en 2019.
El porqué de esta alza en la violencia sigue siendo una incógnita irreductible a un solo factor, pero los expertos presentan algunas hipótesis.
En una entrevista con Efe, el analista de seguridad Alejandro Hope indica este viernes que «esto no se había visto en muchos tiempo».
«Al ritmo que va esto, la Ciudad de México podría terminar este año con unas tasas de homicidio superior al Estado de México (colindante a la capital), uno de los más violentos» estima.
Para el especialista, esto se debe principalmente a un debilitamiento del aparato de seguridad y justicia de la ciudad en la última década.
En estos años, se dio una mayor autonomía a las bandas criminales y menor control a las autoridades.
En la ciudad, la relación entre el crimen organizado y la policía siempre se cimentó sobre la corrupción. «Tradicionalmente, el Estado operaba desde una posición de fuerza. Se les decía a los criminales: ‘te voy a dejar medio operar, no vas a cruzar ciertas líneas y me vas a dar una parte de lo que obtienes'», explica.
Pero a medida que se han ido haciendo más fuertes los grupos criminales, la capacidad del Estado para imponer líneas de contención se han ido debilitando.
La llegada de la nueva alcaldesa, Claudia Sheinbaum, ha generado «los desequilibrios que genera todo cambio».
Solo que «en este caso más que en otras ocasiones», interpreta Hope, porque han sustituido a varios jefes de la policía de investigación y desestabilizado así la relación entre las autoridades y el crimen.
El pasado martes, la jefa de gobierno de la capital anunció la creación de un Comando de Operaciones Especiales (COE) integrado por 3.000 exgranaderos (antidisturbios).
Estos tendrán el cometido de realizar operativos de alto impacto y patrullar en zonas de alta incidencia delictiva, con la mirada puesta especialmente en desarticular las bandas criminales.
Restándole valor a este nuevo cuerpo, Hope recuerda que siempre que ha entrado un nuevo Gobierno a la capital ha creado un nuevo cuerpo «de supuesta elite» con las mismas buenas intenciones.
«Eso es una distracción», considera muy crítico. Por contra, propone «mejorar la calidad del policía promedio y la calidad de los procesos judiciales», sin descuidar el sistema penitenciario.
Además de asesinatos, se manifiestan otros delitos como el robo, el narcomenudeo o los secuestros.
Este último ha provocado un especial escozor en la ciudadanía en las últimas semanas, cuando se mediatizó el secuestro del estudiante Norberto Ronquillo.
De acuerdo con los últimos datos de la ONG Alto al Secuestro, este delito aumentó en la Ciudad de México un 103 % entre enero y mayo frente al mismo periodo de 2018.
Según el reporte de la ONG, la capital suma 59 casos de secuestro en lo que va de año, mientras que en el mismo lapso del año anterior se contaban 29 sucesos.
Después de que Ronquillo fuese encontrado muerto a los pocos días, llegó el asesinato del seminarista Leonardo Avendaño, caso que también conmocionó a la opinión pública. Un crimen atribuido a un sacerdote amigo suyo.
Este viernes, el presidente Andrés Manuel López Obrador no hizo comentarios sobre las cifras de asesinatos en mayo divulgadas este jueves por el Secretariado Ejecutivo, centrando buena parte de la conferencia matutina en la atención a los migrantes y el buen avance, asegura, de la economía.