CIUDAD DE MÉXICO (EL UNIVERSAL).- En medio de la pandemia la última parte de «La casa de papel» estuvo a punto de no suceder. Su creador, Álex Pina reconoce que fue difícil continuar escribiendo en medio de la inactividad e incertidumbre propia del confinamiento.
«Me acuerdo que escribimos el capítulo 2 y lo tumbamos entero porque no estaba funcionando, estábamos escribiendo mal, y decidimos, vamos a hacer un final de temporada en el capítulo 2, y eso fue como el resorte para ponernos a escribir porque, realmente, no teníamos fuerza mental y energía», reconoció el productor.
Dos mil minutos de ficción en dos atracos y 31 capítulos recorren la historia de El profesor Marquina (Álvaro Morte) y sus 13 compañeros criminales, a quienes entrena para realizar un robo histórico en España.
La serie que comenzó en 2017 siendo transmitida en Atresmedia no tuvo mucha popularidad, pero un año después cuando Netflix la compró cobró fuerza y en 2019 se convirtió en la historia de habla no inglesa más exitosa de la plataforma, con 34 millones de espectadores.
Para Jaime Lorente, mejor conocido como Denver, quien está desde la primera temporada, la paciencia en su carrera también es parte del mensaje de resistencia que promueve la serie.
«Ser actor y la resistencia van de la mano desde el momento que decides decirte esto», afirmó en entrevista con EL UNIVERSAL.
El intérprete de 29 años se despedirá de su personaje poco a poco, durante 10 capítulos de la temporada que se dividirá en dos partes, una que estrena hoy y otra que saldrá en diciembre.
«Al final es vivir una especie de duelo, ha significado mucho para todos nosotros, ha sido un viaje muy importante y siempre da lástima, pero también hay ganas de terminar, si las cosas son bonitas es porque tienen un fin también».
A su lado siempre estuvo Estocolmo, de quien se enamoró en pleno atraco y con quien se acompañó hasta el final. La actriz que le da vida a este personaje, Esther Acebo, reconoce que ha sido un cambio de vida a nivel profesional y personal. «Nos ha puesto la vida un poco patas arriba, es bonito recoger todo lo positivo y todo el aprendizaje y ahora también dejarlo marchar», expresó Acebo.
En el principio, antes de integrarse a la banda, Estocolmo era la secretaria Mónica Gaztambide, pero para la última entrega es más que una mujer inteligente, ahora también es uno de los elementos más valiosos de la banda, madre, fuerte y valiente.
«No hay que empoderar a las mujeres, las mujeres ya tienen poder en sí mismas, simplemente hay que pararse a observar, pero sí es bonito que la ficción le dé espacio a eso. Creo que ella empieza a ser una mujer poderosa en el momento en el que decide salirse de su vida establecida y romper esquemas, pero creo que en la quinta (temporada) hay momentos en los que pone manos a la obra y literalmente me siento feliz de que Mónica no se haya quedado como un tigre encerrado».
A mitad del camino los alcanzó Julia, que al entrar en la banda adquirió el nombre de Manila, interpretada por Belén Cuesta, se trata de una rehén infiltrada, que en la quinta temporada se vuelve pieza clave porque involucra más que su persona en el intento por lograr el objetivo.
Para la actriz, este personaje dejó ver el lado humano de esos asaltantes, que bajo el mono rojo y la máscara de Dalí también tiene una familia con anhelos de libertad.
«Son muchos personajes y totalmente diferentes entre sí y de repente al unirse se hacen un poco fuertes y creo que la gente tiene muchas posibilidades diferentes de personas con las que identificarse y sentir empatía y que según sus cualidades, esa resistencia o creencia de justicia, hacen que a la gente le de esperanza y de resiliencia de ‘venga vamos a cambiar las cosas'», explicó Cuesta.
Desde el director hasta los actores, ninguno de los integrantes del elenco de la quinta temporada la tuvieron fácil, el estreno se retrasó, las filmaciones se entorpecieron, al inicio costó seguir escribiendo, pero resistieron y después de 100 horas dentro del Banco de España al mismo tiempo que el profesor ha sido capturado, el atraco continúa hasta el final.
«Al principio se temía que no se pudiese acabar siquiera porque con tanta configuración era difícil, pero sí había algo muy bonito de poder rodar, como una cosa de celebrar», finalizó Manila.