México, 23 oct (EFE).- El club mexicano de rock más importante de los últimos 25 años, el Alicia, foro de casi todas las bandas de la época, ha dado un drástico giro en medio de la pandemia de la covid-19 para vender discos y afiches en un intento por sobrevivir.
«Cerramos el 13 de marzo y prácticamente llevamos siete meses sin conciertos», dijo en entrevista con Efe, su fundador Ignacio «Nacho» Pineda sobre el estatus actual del Multiforo Cultural Alicia, que de ofrecer conciertos se ha abierto al comercio.
Desde su apertura el 1 de diciembre de 1995, el Alicia, como lo conocen todos, ha sido un espacio sin par para casi todas las bandas mexicanas de rock y también ha recibido artistas de la talla del francés Manú Chao.
Actualmente, se le considera el único espacio independiente del rock en la capital mexicana, un ciudad donde las restricciones sanitarias no permiten la reanudación de conciertos en directo, el principal activo del lugar.
«La problemática del Alicia es la de todos los espacios que son culturales, independientes y autogestivos. Estos espacios están muy desamparados y muy olvidados por las autoridades ya que no existimos dentro de la ley», contó Nacho.
La importancia del Alicia hace recordar el emblemático CBGB de Nueva York que hospedó la explosión del punk en los años 70, aunque a diferencia de aquel, en el mexicano caben otros géneros como el ska, surf, rockabilly, punk, garage, hip-hop, blues, metal y música electrónica.
NI BAR, NI RESTAURANTE
Para Nacho, el principal problema es que las autoridades siempren intentan clasificarlos en el grupo comercial de los bares y/o restaurantes, cuando no lo son.
«Dicen que somos un restaurante o un bar, pero no vendemos alcohol ni comida, lo nuestro es la cultura. Nuestro enfoque está en los eventos musicales o en temas que giran alrededor de la música y la cultura», explicó.
Entre el miércoles y el viernes, el Alicia recibía conferencias, charlas, exposiciones, presentaciones de libros y vídeos y conversatorios entre miércoles y viernes; el fin de semana, se abría para conciertos en directo, que son los que ayudan a sostenerlo.
«Las autoridades creen que en estos lugares se gana mucho dinero, pero no es así, si tú ves los boletos no son caros», apuntó Nacho.
Recordó que las entradas solo aumentan cuando una banda viene de Europa «y estamos hablando de 200 o 250 pesos (entre 10 y 12 dólares)».
«La entrada muchas veces es libre o tiene un costo simbólico que va de los 20 pesos (menos de un dólar) a los 100 pesos (unos 4,7 dólares)», expuso.
Recordó que en la economía de autogestión «no se le apuesta a la máxima ganancia sino a un objetivo de mantener la renta», gasto que en una zona como la que ocupa, «no es nada económica».
CONTRA GRANDES PROMOTORAS
Otro frente contra el tiene pelear el Alicia son las grandes promotoras musicales, como la administradora de espacios como el Foro Sol y muchas más salas de conciertos en Ciudad de México.
«Hacen eventos por todos lados y no podemos competir, tienen lugares muy grandes y más pequeños, para unas 1.000 personas lo cual nos pega directamente», contó Nacho al apuntar que el Alicia puede recibir unas 400 personas.
Pineda asegura que en México existen cientos de bandas y una explosión musical que busca darse a conocer y que esto es lo que el Alicia intenta mostrar.
«Hay un nivel impresionante, pero no hay canales de difusión y las autoridades en lugar de entender eso y aflojar un poco endurecen y te aprietan más en los costos, los permisos y las clausuras», dijo «Nacho».
Como ejemplo, señaló que en 2015 las autoridades multaron a Alicia con una cifra equivalente a 8.000 dólares que puso en riesgo su continuidad.
«Es mucha presión, ya habíamos pensado cerrar en enero de 2021 tras el 25 aniversario; teníamos dinero ahorrado para el festejo, pero llegó la pandemia y apenas nos sirvió para aguantar unos meses», apostilló
A REVISAR LA BODEGA
Para hacerle frente al cierre por la covid-19 y la presión de pagar la renta y los salarios de unos 20 trabajadores, Pineda y su equipo fueron a la bodega para echar mano de los discos que habían producido bajo su sello, Grabaciones Alicia.
«Tenemos unos 140 títulos de discos muy buscados que se quedaron guardados. Hicimos una revisión y nos dimos cuenta que teníamos miles de discos además de un libro ‘Alicia en el espejo’, que fue escrito por una periodista del País Vasco, Maite López Flamarique», expuso.
En esa búsqueda hallaron carteles que editaron en cada concierto y de los que conservaron unos 50 para su acervo y se dieron cuenta que tenían miles que ahora han puesto a la venta y que tienen buena demanda del público y coleccionistas.
Los carteles se volvieron clásicos por contener las alineaciones de los conciertos con bandas de la casa como Los Esquizitos, Lost Acapulco, Sonido Gallo Negro, Panteón Rococó y Austin TV.
«Todo lo que teníamos en bodega decidimos ponerlo a la venta y más o menos esto es lo que nos ha ayudado a sostenernos para la renta y el pago de los sueldos», explicó.
Aunque ya cuenta el permiso para hacer conciertos, con entrada máxima de 80 personas, Pineda considera que la pandemia activa «no es una situación segura» por lo que «queremos evitar cualquier problema de salud».