Hungría y Polonia han compartido procesos democráticos similares. Al final de la Segunda Guerra Mundial, éstas, fueron sometidas al régimen de la Unión Soviética. Décadas después, ambos países formaron parte de las «Revoluciones de 1989» (que habrían sido la causa del fin del comunismo en Europa Central y del Este). Posteriormente, ingresaron en la OTAN y en la Unión Europea en 1999 y 2004 respectivamente; no obstante, los principios democráticos en ambas naciones han sido debilitados considerablemente durante la última década. Esto se debe a las políticas adoptadas por los partidos nacionalistas y populistas que han gobernado mayoritariamente estos dos países: el partido político húngaro Fidesz y el polaco Ley y Justicia.
El partido Fidesz y su líder Viktor Orban gobernaron democráticamente entre 1998 y 2002; sin embargo, dieron un giro drástico de 180 grados tras regresar al poder en el 2010. Una vez teniendo una gran mayoría en el parlamento, el gobierno no dudó en cambiar la constitución, las leyes electorales, o las instituciones del Estado sin haber consultado a las oposiciones parlamentarias. En el caso de Polonia, pese a que el partido Ley y Justicia no haya conseguido cambiar la carta magna; ha logrado hacer maniobras antidemocráticas para poder crear políticas concretas para el beneficio de su propio partido.
Ambos gobiernos han creado una especie de alianza gracias al intercambio de ideas e información entre los partidos políticos mencionados anteriormente. Dicho flujo ha favorecido significativamente la implementación de estrategias populistas y autoritarias, muchas de las cuales, ignoran los derechos fundamentales de la Unión Europea.
Pero, ¿qué tipo medidas han implementado dichos gobiernos? A continuación, se mencionan algunas de estas:
Primero, el gobierno húngaro como el polaco han realizado cambios radicales en la ley de medios con el objeto de tener el dominio total de los medios de comunicación públicos; llegando al punto de despedir a centenares de periodistas que hayan diferido ideológicamente con los actuales gobiernos. Asimismo, el gobierno de Orban ha tenido el poder de sancionar económicamente a la prensa cuyos materiales consideren «parciales» o «incongruentes». Por otro lado, ambos gobiernos han otorgado beneficios económicos a los medios privados que promuevan la propaganda de sus respectivos partidos políticos.
Segundo, ambos países han coincidido con una política migratoria contraria a la de la Unión Europea. Cabe recordar las constantes tensiones de Budapest y Varsovia con Bruselas ligadas a la actual crisis migratoria. Por ejemplo, Hungría y Polonia han violado recientemente el Derecho de la Unión Europea al negarse a acoger en su territorio a solicitantes de asilo que se encontraban en Italia y Grecia. Además de las prácticas demagogas de sus organizaciones políticas manipulando información; tal como el uso del término «inmigrante» en vez de «refugiado», o la relación frecuente entre «inmigrante» y «terrorista”.
Tercero, el partido Fidesz está sumamente interesado en impedir la difusión de «ideologías” opuestas a su programa conservador y nacionalista. En 2018, el diario húngaro Magyar Idők (estrechamente vinculado al gobierno de Viktor Orban), causó gran polémica en Europa tras criticar la exposición de la artista mexicana Frida Kahlo en la Galería Nacional Húngara en Budapest, calificando la obra de «promoción del comunismo». En el mismo año, La Ópera de Budapest suspendió el musical británico «Billy Elliot» después de que el mismo periódico advirtiera a los jóvenes que corrían el riesgo de «convertirse homosexuales». Mientras tanto, el presidente polaco Andrzej Duda ha causado indignación y controversia por sus recientes declaraciones homófobas; afirmando que la ideología LGBT es «más destructiva que el comunismo».
La desigualdad social, el desempleo, las crisis migratorias, las disputas entre los Estados miembros de la Unión Europea, o bien las consecuencias sociales y económicas de la pandemia actual contribuyen (o contribuirán) al posible auge de líderes o gobiernos demagogos y/o autocráticos dentro de Europa. Por lo tanto, los partidos prodemocráticos europeos deben tomar medidas necesarias para impedir la propagación del populismo en la Unión Europea. «Mantener a los políticos autoritarios al margen del poder es más fácil decir que hacer» concluyen los académicos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt; no obstante, recomiendan a los partidos políticos a favor de la democracia implementar estrategias para evitar el aumento del populismo y autoritarismo. Por ejemplo, identificar inmediatamente a cualquier líder potencialmente autoritario con el objeto de dejarlo fuera de las listas electorales o incluso expulsarlo del partido; los partidos prodemocráticos deben evitar formar gobierno con partidos o candidatos populistas; o en el caso de que los extremistas se postulen como fuertes contrincantes electorales, los partidos a favor de la democracia deberán fraguar un frente común para derrotarlos.
- Escrito por Jorge Barnola, consultor en la Administración Pública. Maestro en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente cursa una maestria en Lucha Contra el Crimen Organizado y el Terrorismo por University College de Londres.
- Twitter: @betobarnola