Por Erick Cortés.- “Despertaba muy tarde y me quedaba en la cama lamentándome por tener que vivir otro día. Me sentía inútil y sin una razón para levantarme. Luché contra eso todos los días de mi juventud”, cuenta Daniela, quien fue diagnosticada con depresión en su adolescencia.
Hoy, al igual que ella, unos 300 millones de personas padecen depresión y 50 millones han comenzado a tenerla en los últimos diez años, según la Organización Mundial de la Salud. Se trata de una epidemia silenciosa que avanza sin dar tregua y más rápido que nunca.
¿Por qué estamos cada vez más deprimidos?
Jacqueline Joya, licenciada en psicología clínica, cree que el problema radica en el bullicio de la vida moderna, que fácilmente conduce a las personas al estrés crónico. “La depresión es prima hermana de la ansiedad, estamos ante una generación que presenta altos índices ansiosos por presión social, redes sociales, el ritmo tan rápido con el que vivimos diariamente. No nos detenemos a darnos un tiempo de reflexión o simplemente sentir y compartir”, señala.
Este padecimiento no siempre tiene una razón clara y puede aparecer en la vida de una persona inesperadamente. “Te sientes mal sin ningún motivo. Todo a tu alrededor está como debería estar. Así que sientes que el problema eres tú, que te hundes en el desánimo y la ansiedad, pero no entiendes por qué”, cuenta Ricardo, quien todavía asiste a terapia.
Aunque algunos creen que los adolescentes son el grupo más vulnerable, lo cierto es que la depresión puede llegar a cualquier edad. “Puede afectar desde niños hasta adultos mayores”, señala Jaqueline, quien también destaca la importancia de saber diferenciarla de la tristeza: “La tristeza es un sentimiento o estado anímico pasajero, mientras que la depresión es un diagnóstico donde la persona presenta un nivel de activación neuronal diferente, como niveles bajos de serotonina y dopamina, lo que influye directamente en el desarrollo de distintos procesos mentales. Las personas tristes no experimentan cambios tan radicales ni persistentes en el tiempo”.
De hecho, en algunos casos la tristeza puede no estar entre los síntomas de una persona deprimida, que puede más bien presentar un desinterés por las cosas, irritabilidad, sentirse cansada, tener poco apetito, no poder dormir o, por el contrario, dormir mucho.
“La depresión puede tener varias caras. Decimos ‘depresión’ y pensamos en una persona en cama y en el llanto, pero no necesariamente es asi. En un episodio depresivo hay falta de esperanza en el futuro y dificultad de disfrutar el presente (no se le encuentra un sentido o existe apatía por ello). Constantemente se piensa en el pasado, porque no se encuentra solución en el ahora y no hay ánimo en el futuro”, explica Jacqueline.
Algunos estudios han identificado factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar la enfermedad. Entre ellos está la vivencia de experiencias dramáticas, como la pérdida de un ser querido o el diagnóstico de enfermedades graves, pero también existen otros factores menos conocidos, como la edad, el estado civil, la situación económica y la predisposición genética. Por ejemplo, los familiares de pacientes con depresión tienen aproximadamente tres veces más riesgo de desarrollar este trastorno, al igual que las personas tímidas, inseguras o con baja autoestima.
Considerar estos múltiples factores no solo puede ayudar en la prevención, sino que también proporciona una comprensión más profunda de la enfermedad. “Hago una invitación a evitar, juzgar o etiquetar y a ser exploradores del otro con empatía. Escuchemos activamente, respetemos la historia y la narración de la persona, utilicemos nuestras palabras como aliento y apoyo, validemos sus emociones y animemos a la persona a ir con un especialista que pueda valorarla y tratarla”, recomienda Jacqueline Joya, quien también aconseja cambiar nuestra manera de ver las emociones negativas: “El estar bien a veces es la exigencia social más cruel que podemos tener. Nos obliga a suprimir y negar emociones, sentimientos y procesos. Negar el dolor es inclusive más doloroso que el dolor mismo. Se necesita indagar en él para conocer sus causas y sanar. Si queremos mejorar un aspecto de nuestras vidas, debemos transformar nuestra forma de pensar, sentir, ver y actuar. Y en el caso de la depresión, debemos dejar de verla como un estigma y verlo como lo que es, una situación de alta importancia a tratar y que podemos prevenir de muchas maneras”.
Promover una cultura de prevención y comprensión de esta enfermedad es el propósito del día mundial de la lucha contra la depresión, que se conmemora cada 13 de enero, en un esfuerzo por concientizar a la población sobre la importancia de no ignorar este padecimiento, pues un cuadro depresivo sin diagnosticar ni tratar de forma oportuna puede tener consecuencias serias.
En México, la Secretaría de Salud cuenta con un servicio gratuito de atención ciudadana las 24 horas. Si una persona se siente deprimida, puede llamar al teléfono 800 953 17 04 para encontrar apoyo y soporte.