Aguascalientes, Ags, Hidrocalidodigital/ Salvador Camacho. En el marco de la pasada 56 Feria del Libro, que organiza el Instituto Cultural de Aguascalientes, se presentó el pasado 3 de octubre la segunda edición del libro de Gustavo Vázquez Lozano, “Sesenta años de soledad: la vida de Carlota después del imperio mexicano, 1867-1927”. La presentación estuvo a cargo del escritor Jorge Terrones y del autor. Posteriormente, Gustavo Vázquez dio una charla sobre esta historia el día 10 en Depósito 2-15, del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, y el viernes 11 de este mismo mes el libro se presentó en el programa de radio La Terca Memoria, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), que coordina Mario de Ávila. Ahora, domingo, también quiero dedicar este espacio para seguir promoviendo este trabajo.
Antes debo decir que conocí a Gustavo cuando él era un destacado estudiante de la licenciatura en Economía en la UAA y luego en la Oficina de Asesores del Gobierno de Otto Granados Roldán. A pesar de su juventud, pronto dio muestras de tener un gran dominio de la escritura y, posteriormente, dejó ver su capacidad sobresaliente para incursionar en los mundos de la literatura y, de manera particular, en el de la historia. Además de este libro, ha publicado otros dos, con igual éxito: “El Escuadrón 201: La Historia de los Pilotos Mexicanos de la Segunda Guerra Mundial” y “El indio Victoriano. Del idealismo a la desolación, la novela biográfica de El Chacal”.
1.- LA HISTORIA DE UNA “PRINCESA TRISTE”
Para la Feria del Libro, Gustavo prefirió presentar la segunda edición de un libro que se agotó pronto, porque, entre otras razones, el tema es más que interesante: La vida de una mujer sobresaliente en la historia del México independiente, que luego vivió en Europa 60 años como princesa, pero en soledad y con una enfermedad mental (esquizofrenia) que le cambió el rumbo de su vida y limitó sus privilegios. La publicidad para atraer al lector ha sido atractiva y atinada: “Carlota pasó de un cuento de hadas a un infierno”. Y el libro -lo señala la editorial- es la historia de ese infierno.
Como nos lo han contado las y los maestros en la escuela, María Carlota Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia-Coburgo-Gotha llegó como esposa de Maximiliano de Habsburgo, un personaje singular que fue impuesto como emperador de México durante pocos años (1864-1867), hasta que sus opositores, dirigidos por Benito Juárez, lo derrotaron militarmente y lo fusilaron para acabar definitivamente con el gobierno imperial y restaurar la República.
El libro de Gustavo está elaborado con excelentes fuentes secundarias y mantiene un rigor profesional en la estructuración de la narrativa histórica. Su escritura es amable, clara y amena, arriesgándose a usar su bagaje literario para hacer de los acontecimientos del pasado verdaderas joyas expresivas.
La base de su historia es producto de la recuperación de varias fuentes: Diarios publicados de quienes convivieron con ella, como médicos, familiares y servidumbre. Hay también una consulta de prensa, así como documentos clave, como los del administrador de los bienes de Carlota (Adrien Goffinet).
A través de la historia de la ex-emperatriz, Gustavo se aproxima a otras historias importantes del país y del contexto internacional. Están presentes el intervencionismo norteamericano, el declive de la fuerza político-militar de Napoleón III y, de manera particular, una historia de terror e indignación mundial: El imperio privado del rey de Bélgica, Leopoldo II, en el Congo, hermano de Carlota, a quien despojó de gran parte de su riqueza para explotar minas en aquel país africano, sometiendo a condiciones inhumanas a su población.
El libro se centra en esa etapa de vida de Carlota, que no había sido estudiada por los historiadores. De sus escasos años en México hay publicaciones valiosas, pero no sobre su vida en los años posteriores. Se tenía información sobre Carlota como la «princesa más triste del mundo», pero no se profundizaba su verdadera situación dentro de las relaciones monárquicas de una parte de Europa y particularmente dentro de su familia cercana y extensa, misma que la fue marginando paulatinamente, hasta encerrarla en un espacio vigilado, para que allí pasara el resto de sus días.
Con un interés particular por conocer más sobre la investigación y los motivos de Gustavo Vázquez para publicar el libro, le formulé tres preguntas sencillas.
- TRES PREGUNTAS PARA EL AUTOR
SCS: ¿Por qué investigar y escribir sobre este tema?
GVL: La decisión de escribir sobre Carlota fue más bien involuntaria. Yo me encontraba escribiendo una pequeña biografía de Maximiliano con motivo del 150 aniversario de su muerte, cuando durante la investigación empezó a destacar la figura de su esposa. Había demasiado material sobre ella, me pareció como si la emperatriz estuviera exigiendo atención para sí, independientemente de su marido. Me llamaba la atención especialmente, por desconocido, el período de su vida que va desde su salida de México, que fue siendo aún muy joven, de 26 años, hasta su muerte. No había casi nada escrito sobre eso. Sugerí en ese tiempo un librito sobre Carlota a los mismos editores que pidieron el de Maximiliano, pero rechazaron la idea, así que decidí convertirlo en un proyecto personal y ponerme a investigar por mi cuenta, sin presiones de tiempo.
SCS: ¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores?
GVL: La respuesta de los lectores fue muy positiva, el libro se ha convertido en un best-seller modesto y aparte de una o dos personas que me acusaron de ser monarquista o antijuarista, en general se recibió con entusiasmo y sin prejuicios.
Algunas de las afirmaciones en ese libro han encontrado eco. De entrada, me di cuenta de que persiste una gran simpatía hacia esta figura de nuestro pasado mexicano, especialmente entre las lectoras, que vieron ahí un ejemplo de independencia y fortaleza en un siglo en el que el papel de las esposas de los gobernantes era nada más acompañarlos a misa o a los banquetes y quedarse calladas.
Creo que fui el primero en caer en cuenta y hacer notar, con estas palabras, que Carlota fue en realidad la primera mujer gobernante de México y de América (pues de hecho lo fue en los períodos en los que Maximiliano se ausentaba y la dejaba a cargo como regente). Esta afirmación, que Carlota fue la primera mujer gobernante de México, ya es común leerla en Internet, pero antes de mi libro no la había encontrado en ningún lado, al menos formulada así.
SCS: ¿Qué faltó?
GVL: El libro trata brevemente el período mexicano, se concentra más en la actividad de Carlota después del imperio, es decir, los sesenta años que van de 1867 a 1927. Las noticias del post-imperio, especialmente una vez que la ex-emperatriz es encerrada en un castillo, son muy escasas y llegaron a cuentagotas. Espero, y estoy seguro que algún día aparecerán más fotografías, más cartas, más testimonios de esta mujer tan tenaz, que arrojen luz sobre esos años que siguen siendo relativamente oscuros. El trabajo más importante por delante creo que sería el iconográfico, pues con excepción de una fotografía a sus 60 años, que aparece en la nueva edición, no tenemos imágenes de Carlota sino hasta sus últimos días.
- CARLOTA, MUJER EMPODERADA
Gustavo reconstruye parte del interés de Carlota por la vida política y resalta como su papá, el rey Leopoldo I de Bélgica, la involucraba en asuntos de gobierno y la impulsaba a ser una joven ilustrada. Ella solía escuchar a personas del gobierno hablar sobre política interna y relaciones internacionales. Desde niña soñaba con ser emperatriz de Austria. Siendo todavía una adolescente escribió: “He aprendido siempre todo lo que me han enseñado y pronto; nada me desalienta cuando hay una obligación y un objetivo”. Para muchos Charlotte, a sus 15 años, “era una de las princesas más bonitas y cultas de Europa”.
Gustavo cuenta que cuando el emperador Napoleón III le propuso a Maximiliano ocupar el trono en México, Carlota fue quien mostró más interés. Lo que menos quería ella, según sus palabras, era quedarse “a contemplar una roca hasta los 60 años”. Esta frase pareció ser, a final de cuentas, un presagio, porque una vez que su esposo fue derrotado y fusilado, y su estado psíquico le causaba dificultades para vivir en sociedad, ella fue prácticamente forzada a vivir en aislamiento.
Durante el tiempo que estuvo en México, Carlota sustituía a su esposo en reuniones de gobierno, además era atractiva y brillante. Un miembro de la comitiva mexicana que atendía los asuntos del gobierno imperial la describió en los siguientes términos: “Es alta, delgada, saludable y llena de vida, y comunica alegría y bienestar… es inteligente y espiritual, tranquila, amable y alegre, pero hay algo serio en ella que impone respeto”.
La emperatriz tenía una personalidad firme, decidida, determinada, superior a la de su consorte; su manera de pensar era liberal y más avanzada que la de los mexicanos conservadores que propiciaron el imperio en el país y favorecieron la llegada y empoderamiento de la pareja. En una ocasión que Maximiliano no pudo encabezar una reunión de gobierno, Carlota lo sustituyó y luego le escribió: “Les expliqué [a los ministros] las teorías de las revoluciones en México”. En una ocasión Maximiliano, con un dejo de burla, dijo: “Yo soy liberal, pero Carlota es roja”. Además de ser una mujer con capacidad de liderazgo, era generosa y con su dinero mandaba construir escuelas y hospitales. Por su iniciativa se creó o apoyó la Junta Protectora de las Clases Menesterosas y la Ley para la Liberación del Peonaje: buscaba la abolición del trabajo infantil (abolido en Estados Unidos hasta 1938).
- LEJOS DE ESTEREOTIPOS
El gobierno de la pareja imperial mantuvo políticas públicas que luego los liberales juaristas vendrían a retomar. El imperio estaba destinado a la derrota y los esfuerzos de Carlota por ayudar a sostenerlo no tuvieron éxito. El gobierno francés de Napoléon III no mostró interés, ni el Papa y la alta jerarquía del Vaticano quisieron intervenir. Al mismo tiempo, el gobierno de Estados Unidos mostraba con hechos que a México le convenía la República restaurada, porque veía en ella múltiples maneras de beneficiarse. Los liberales mexicanos, con Benito Juárez a la cabeza, tenían todo para ganar.
Ante la derrota del Imperio y el desenlace fatal del emperador, Carlota hizo su vida prácticamente enclaustrada en castillos de lujo, que poco o nada le sirvieron para volver a ser aquello que en poco tiempo hizo en México, un país que siempre quiso y añoró. Gustavo, precisamente, recoge el hilo conductor de su vida y la sigue hasta el final de sus días. “La princesa triste” fue producto de una época en donde las monarquías e imperios se tambaleaban y las ideas de igualdad y justicia comenzaban a cobrar terreno en muchos países del mundo.
El autor de “60 años de soledad” es consciente de la personalidad ambivalente de Carlota y también de la manera en que él como investigador la conoció. Ha rechazado los estereotipos y ve su obra como una propuesta para mirar a esta primera mujer gobernante de México, “no como la princesa que murió de amor, no como la loca de Miramar”, sino como una mujer inteligente, culta y dispuesta a trabajar y cumplir con su encargo en el gobierno del pueblo mexicano. Una vida de pocos años en nuestro país que la impactó y determinó para siempre.
Ciertamente, como lo han señalado varios lectores, según lo señaló Gustavo en la última presentación de libro: “no es la novela de una mujer brillante pero eternamente deprimida y dura consigo misma, no es una novela de ambición, idealismo, amores frustrados, intriga y locura, pero se lee como tal”.