La cita es en la Hacienda San Cristóbal, propiedad del ex-presidente Vicente Fox. Mariano Rajoy llegó un día antes a México en un vuelo comercial procedente de Madrid. Le acompaña su asistente personal, una mujer de cincuenta y tantos años, y dos escoltas de la Policía Nacional de España que viajaron con él desde la capital peninsular. La entrevista transcurre, relajadamente, mientras caminamos por la espectacular biblioteca del Centro Fox.
Presidente, el populismo está de moda, la moderación en la política se está perdiendo. Usted fue un presidente de derechas pero de centro, moderado. ¿Qué está pasando?
Bueno, efectivamente, para los moderados no son buenos tiempos, pero yo siempre he creído en la moderación y en lo que lleva aparejado la moderación que es diálogo, que es intento de llegar a entendimientos entre las distintas fuerzas políticas, sobre todo en los grandes temas de Estado, es transparencia. Y creo además que en la moderación es donde está la inmensa mayoría de la población, es decir, hay un sector de la política con posiciones duras, pero la inmensa mayoría de la población lo que quiere es que su país vaya bien y lo que quiere es que a ellos les vaya bien; quieren tener un empleo, unos buenos servicios públicos, que sus hijos puedan ganarse la vida dignamente. Por eso yo seguiré apostando siempre por la moderación. ¿El populismo qué es?, pues es la negación de las instituciones, de las reglas del juego y de las normas de convivencia. Para el populismo todo está mal y la única salida a esa situación es cambiarlo todo y ponerse ellos al frente del Gobierno, es igual que sean populistas de derechas o de izquierdas. Esos populistas hacen mucho daño a los países y se aprovechan de los momentos de dificultad que inevitablemente siempre hay.
Pero, ¿cómo hacerle como político para que la gente se emocione con un discurso moderado? Es mucho más fácil vender un discurso populista.
Mire, también hay que pensar una cosa, los populistas duran lo que duran, por ejemplo en mi país a pesar de los problemas que hemos tenido, el Partido Popular y el Partido Socialista siguen siendo, y lo han sido siempre, las dos primeras fuerzas políticas. Hay partidos que han nacido y han desaparecido. La UPyD nació y desapareció, fíjese cómo está Ciudadanos, Podemos hoy tiene la mitad de lo que tuvo en un determinado momento, pero bueno, hay etapas en la historia en que se produce la existencia de ese tipo de partidos, que no tienen ideología ni programa definido, lo único que tienen es el beneficio de la duda, pero con el beneficio de la duda no se gobierna un pueblo.
Independientemente de populismos y esas cosas, hoy los jóvenes no quieren saber nada de política, es un oficio hasta -diría yo- mal visto.
Es verdad. Eso está pasando también en España. En España, en 1977, cuando vino la democracia después del régimen de Franco, había una afición por la política verdaderamente increíble. Y además, a la política y al Congreso de los Diputados llegaba gente con profesión, competente, inteligente, oiga, aquello era realmente notorio. Se leían periódicos, yo entonces tenía 22 años y me leía cuatro periódicos y eso que estaba estudiando mis oposiciones. Ahora ya no pasa eso. No sé lo que ocurriría en México. Hoy yo veo en España mucha gente capaz, competente, que podría hacer una magnífica labor en política pero ya no quieren. Pero oiga, es que todo depende de la política. Desde la política puedes defender el interés general, puedes hacer feliz a mucha gente y eso realmente merece la pena. Eso te dignifica como persona, te convierte en un ser positivo. Es difícil la política, pero merece la pena.
Usted fue durante seis años la persona más poderosa de España, en lo personal, ¿cómo llevó eso?, ¿cómo le cambió la vida?
Me cambió mucho porque tenía que trabajar mucho, tenía que tomar decisiones muy importantes, había momentos muy difíciles. Sé que muchas de las decisiones que tomaba pues no le gustaban a la gente pero las tomaba en aras de un interés general ¿no?, es decir, hay que hacer esto porque luego vamos a salir de esta situación. Yo he tenido que subir los impuestos y luego los bajé, yo he tenido que nacionalizar la banca y luego la privaticé. Pero un político a veces tiene que dejar sus ideas a un lado y tiene que atender a la realidad porque la realidad mal entendida se cobra siempre su venganza.
¿Cuál fue la decisión más difícil que tomó como presidente?
Hubo dos: cesar al Gobierno de Cataluña y al Parlamento de Cataluña y luego resistir las presiones que tuve para que España no fuera rescatada y nos quitaran la posibilidad de hacer nuestra propia política económica.
El día de la moción (que lo sacó del poder) que usted se encerró en un restaurante toda la tarde mientras se votaba, ¿qué sintió?
Bueno, realmente pues no se crea que sentí mucho. Es evidente que yo hubiera querido que la moción no saliera adelante, pero yo estaba preparado para que saliera. Yo tenía 137 diputados, la mayoría era 176, sabía que había una mayoría de independentistas y de fuerzas de izquierda en contra y que en cuanto el PSOE pactara con los independentistas, como así ocurrió, podía salir adelante la moción. Era una legislatura difícil, pude gobernar, saqué dos presupuestos adelante, un presupuesto sigue de hecho vigente y la economía salió adelante.
¿Cómo se lleva la vida después de dejar el poder?
Pues mire usted, soy razonablemente feliz. Tengo mi trabajo, hago cosas y me encuentro bien, me encuentro equilibrado, me encuentro con ánimo, tengo más tiempo libre, puedo hacer otras cosas. La vida, siendo uno positivo, ofrece muchas oportunidades.
Presidente, ya más relajados, ¿qué vino toma?
Bueno, pues a mí me gusta el tinto español, me gusta mucho el Rioja y el Ribera del Duero, pero hay muy buenos vinos tintos hoy ya en toda España, y me gusta también el Blanco, y permítame que le cite a los Albariños y a los Ribeiros, o a los Godellos de mi tierra Galicia.
¿Y de comer?
Me gusta todo, el cocido Gallego, me gustan los arroces, me gusta la empanada de Galicia.
¿Y los chuches? Se hizo muy famoso por esa frase de los chuches que hizo reír a toda España.
Sí, sí, sí (risas), fue efectivamente una frase que pronuncié en Dos Hermanas, Sevilla, pero no, no tomo chuches (risas).
Gracias presidente.