CIUDAD DE MÉXICO (EL UNIVERSAL).- Todo mundo dice que Los Simpson han predecido cosas como el derribo de las Torres Gemelas de Nueva York, pero en México se tiene a La Familia Burrón que hace 42 años ya proponía algo parecido al cablebús, que recién se inauguró esta semana en la Ciudad de México.
En septiembre de 1979, la historieta creada por Gabriel Vargas mostró un servicio para atravesar los ejes viales, que en aquél año se anunciaban como la gran alternativa vehicular por dar espacio a cinco o seis carriles para autos.
La primera página coloca a Borola y Regino Burrón, el matrimonio protagonista de la saga, desesperado por no poder pasar al otro lado de la avenida, ante la ausencia de semáforos y la rapidez con que circulan los autos.
«No me parece justo que mientras los vehículos circulan sabrosamente, nosotros nos pasemos las horas parados en la esquina», reclama furiosa Regina en una de las viñetas, antes de decidirse a correr entre los autos y aventarse de último momento a la banqueta contraria, para salvar su vida.
Entonces idea un sistema inicial de cables con base en azoteas a ambos lados de la avenida, con el cual logran transportar a una sola persona ataviado con su casco protector.
Después decide extender el servicio para atender a un mayor número de personas, siendo una especie de tren, construido con tablas e impulsado por una hélice colocada en la parte trasera, el transporte.
«Los peligrosos ejes viales dejaron de serlo, pues gracias al ingenio de Doña Borola, los vecinos del barrio no tendrán que exponer la vida cruzándolos a pincel», se lee en otra viñeta.
El cablebús, inaugurado esta semana por el gobierno capitalino, es un sistema de transporte eléctrico en el que cerca de 400 cabinas movilizarán a lo largo del día, a 144 mil pasajeros.
La primera línea es de Cuautepec a Indios Verdes, en la alcaldía Gustavo A. Madero, con una distancia de 9.2 kilómetros, reduciendo el tiempo de traslado de 80 minutos a 33.
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La movilidad en la capital mexicana fue tema para Vargas. Así que cuando se trataba de mostrar camiones con pasajeros, se veían en las ventanas de los mismos, infinidad de cabezas y narices rojas para dar la sensación de ir a tope.
En diciembre de 1978, casi un año antes de su «cablebús», imaginó que Doña Borola construía un helicóptero con cabina que llenaba de personas y, por medio de un cable que pendía de su parte baja, trasladaba a quienes quisieran llegar rápido a una cita.
«Loretito, ahorita regreso por usted. Mientras, póngase unos pantalones para que no vaya a dar teatro al subir por el cable», dice en algún momento de la publicación.
En 1982 decidió que la portada fuera una especie de avión de madera, con pasajeros sobre las alas y maletas de viaje en el toldo, con la leyenda «viajes recreativos Borola».
En la historia, la mujer lee en un diario que un grupo financiero acuerda darle el valor de un peso a cada corcholata, para de esa manera suplir a la moneda mexicana.
«A nuestra devaluada moneda que nadie la quiere ni para jugar a la rayuela», dice en las primeras páginas.
Entonces junto son sus hijos salen a la calle buscado desesperados corcholatas para llenar unos costales y así poder viajar.
La Familia Burrón comenzó a publicarse en 1948, saliendo el último número en 2009, un año antes de la muerte de su creador Gabriel Vargas.