Venustiano Carranza (México), 9 dic (EFE).- La herencia que le dejó su linaje la ha convertido en una gran conocedora del arte textil mexicano. Por más de cuatro décadas, Carmen Vázquez, indígena tzotzil, ha sido una destacada estudiosa y promotora del arte textil de los pueblos mayas.
Un arte que comenzó jugando con los colores, con los retazos de hilos que le sobraban a su madre al terminar una prenda de algunos de sus hermanos o de su padre, explica a Efe Carmen a sus más de 60 años de edad, quien este lunes recibe el Premio Nacional de Artes y Literatura en el campo de Artes y Tradiciones Populares.
«Me enseñó mi mamá, mi mamá me empezó a enseñar tejiendo servilletas, los hilos que veía que no usaba empezaba a jugarlos y veía como mi mamá tejía para yo hacerlo», explica Carmen, residente del municipio de Venustiano Carranza, en el suroriental estado mexicano de Chiapas, mientras trabaja en compañía de un grupo de mujeres tejedoras.
Carmen se ha dedicado a perfeccionar la técnica de tejido en cintura, creando verdaderas obras de arte con un fino y elegante acabado en prendas de vestir lo que la hizo merecedora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2019.
Este fue otorgado por el Gobierno de México y es el máximo galardón que se otorga en el país en el campo de las artes y tradiciones.
«Es lo único que aquí usamos aquí en Venustiano Carranza pues en otras las compañeras de los altos es diferente, la blusa de Venustiano Carranza es más delgadita porque en nuestra zona es calurosa es por eso que nuestra ropa es más delgada», señala.
Subraya que «el estambre es el hilo más sencillo que usamos para hacer las servilletas, luego le sigue el hilo de hilera para las blusas, rebozos, camisas y pantalones, el material que usamos es algodón».
Desde hace 14 años, Carmen ha consolidado una carrera de tejedora que ha proyectado el valor de las mujeres artesanas, su capacidad creativa y la transmisión intergeneracional de la cultura tzotzil local.
Para María del Carmen Martínez, tejedora del municipio, el reconocimiento nacional que recibió Carmen «es un orgullo porque vemos el fruto de nuestro trabajo y además estamos orgullosas por mantener esta herencia».
La cultura y raíces del pueblo de Venustiano Carranza están plasmadas en los lienzos únicos que tejen y bordan las artesanas, de manera que cada trazo plasmado es una figura literaria que da belleza a su palabra y refleja su mundo interior.
Las mujeres del municipio se dedican a labores domésticas, mientras que los tiempos libres los dedican al tratamiento del diseño y de las fibras.
Para ellas no hay mejor terapia que sentarse frente a su telar y comenzar a dar las brazadas ya que, aseguran, toda ansiedad se calma al estar entrelazando los delgados hilos de colores.
Juana Solano Espinosa, otra tejedora, tiene esperanza de que la juventud se interese en esta profesión y sueña en continuar con la enseñanza.
«Tenemos la idea de seguir enseñando, hay nietos, hay hijos que les llama la atención; esperemos que sigamos enseñándoles para que continúe vivo nuestro trabajo, siga vivo el trabajo artesanal ya que este trabajo es único, fuera de Carranza ya nadie lo hace».
Para estas mujeres artesanas su preocupación son las versiones piratas y el desuso de ciertas artesanías que derivan en la extinción de sus saberes y ponen en riesgo el patrimonio cultural.
Sostienen que para el consumo responsable de textiles indígenas hay que tomar en cuenta que la elaboración de una prenda artesanal requiere de un procesos especial, muy delicado, además de creatividad, conocimiento del color, de materiales, texturas, hasta matemáticas y sobre todo el tiempo de elaboración.