Hace unos días el columnista Raymundo Riva Palacio dejó caer, así como no queriendo la cosa, la recomendación nada desdeñable de que alguien debería ponerle a AMLO el volumen ‘La marcha de la locura’, para que analizara lo que está haciendo con este país y sus instituciones, a la luz de algunos casos de lo que provocan los defectos de los gobernantes en sus pueblos cuando se alejan de la razón, en el entendido de que la soberbia, la insensatez, la tozudez, el aislamiento de la realidad y otras muchas actitudes poco deseables en un líder no son patrimonio de nuestro presidente, sino una constante de la historia de la humanidad, por ello tan llena de guerras, catástrofes nacionales, revueltas y estrepitosos fracasos.
Se refería, pues no abundó en ello, a la obra postrera de la periodista e historiadora neoyorquina, Bárbara Tauchman, fallecida ella en 1989, pero muy reconocida en su día por sus obras de divulgación histórica, un libro por cierto editado por primera vez en México, en 1984, por el Fondo de Cultura Económica, hoy dirigida por el testaferro de AMLO, Paco Taibó II, ese destacado libertario que acaba de recomendar el autodestierro a algunos de los críticos de su jefe.
Dudamos mucho que el FCE quiera reeditar la obra, aunque debería de ser lectura obligada a cualquiera que pretenda acceder a algún cargo público, de estricto cumplimiento para cualquiera que pretenda dirigir un país, pues en cuatro casos habla de lo que le pasa a los gobiernos, y por extensión a los pueblos, cuando su clase dirigente se aleja del llamado menos común de los sentidos, que es el sentido común.
La primera remite a la mitología homérica y a la Guerra de Troya, en específico a la fatal decisión de los troyanos de creerse el burdo engaño de la ofrenda del caballo que, pese a las advertencias de Casandra (y Laocconte, según Virgilio), fue introducido por los troyanos dentro de las murallas de la ciudad, lo que causó la victoria de los griegos y la devastación de la ciudad.
Dejándonos de mitologías, que de cualquier manera muestran los efectos de la sinrazón, Tuchman exhibe tres casos muy reales de tragedias cuyos efectos significaron en su día graves pérdidas y que en varios casos muestran sus efectos hasta la actualidad, tal es el caso del cisma que materializó Lutero en 1517 y fragmentó a la cristiandad, ante la obstinación de los papas renacentistas, que desoyeron reiteradamente el clamor de una Iglesia que demandaba una reforma interna.
La llamada historia fáctica ha especulado mucho sobre la imposibilidad del nazismo y la II Guerra si los Estados Unidos hubieran permanecido como parte de la corona británica, lo que se hizo imposible por la soberbia de la clase dirigente del Reino Unido ante las demandas de los colonos, que se declaraban fieles súbditos del rey, y que sólo demandaban representación en el Parlamento, una exigencia ignorada y hasta despreciada, que desencadenó la llamada Revolución Americana, que comenzó con disturbios en Boston en 1773 y concluyó con el Tratado de París, tras una década de guerra, que declaraba a la Unión Americana un país separado de la metrópoli en 1783.
Un cuarto caso que expone Tuchman, es la cadena de errores, a la distancia incomprensibles, que llevaron a los Estados Unidos a meterse en Indochina a partir de 1955, y a esa trampa que fue Vietnam, de donde se retiraron en 1975 luego de una ignominiosa derrota, que dejó regados los cadáveres de más de un millón de combatientes y dos millones de civiles, devastada a Indochina y destrozado el prestigio de los Estados Unidos.
El libro es de esos que se leen con interés y resultan en una lección luminosa de lo que podemos aprender del pasado y, más todavía, de la condición humana, de lo que hace el poder en la mente de los que lo alcanzan como una obsesión, y de que las tragedias pueden evitarse, de tal manera que sería un buen regalo para enviar para navidades a Palacio Nacional.