Durante la comida, el niño de cuatro años les cuenta a sus padres que una niña de la guardería llora mucho porque no halla su muñeca, que los demás niños le ayudan a buscarla y no la encuentran.
Que a esa niña las maestras no le sirven leche ni le dan galletas a la hora del desayuno.
El pequeño narra que a veces va una señora a visitarlos a su salón de clases, se sienta y los mira jugar.
Los papás del niño platican con otros padres de familia y coinciden en que otros alumnos también hablan de la niña que llora por su muñeca y de las visitas de la mujer al salón de clases.
No ubican qué niña es la que llora.
Los padres hablan con los encargados de la guardería, y ellos con las dos maestras a cargo de ese grupo.
Las chicas dicen que ellas no han detectado a ninguna niña llorando por su muñeca, pero sí han visto a los niños que buscan ese juguete sin hallarlo.
Que a veces, cuando sirven el desayuno, los infantes piden que llenen un vaso de leche y pongan galletas en la mesa, justo frente a una silla vacía, ellas coinciden en que los pequeños tienen una amiga imaginaria.
A la señora a la que se refieren los niños, ellas nunca la han visto, además no se permite el acceso a personal ajeno.
Días después de ese reporte, la guardería, ubicada en una vieja casona, cerró sus puertas.