Bangkok, 19 dic (EFE).-
La ONU ha alertado de que un tercio de la población birmana, 18,6 millones de personas, requiere de ayuda humanitaria, con los niños como los principales afectados, y ha advertido de que la situación en el país es «desalentadora» casi tres años después del golpe de Estado de febrero de 2021.
La escalada de violencia y el aumento del número de desplazados internos impactan «grandes áreas del país», a lo que se suman los efectos del impacto del ciclón Mocha en mayo, poniendo al pueblo birmano en «un peligro creciente», señala un informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) publicado la víspera.
De los 18,6 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria, unos 6 millones son niños, quienes se «llevan la peor parte de la crisis» como resultado de los desplazamientos, las interrupciones en la educación y la asistencia sanitaria y la desnutrición, alerta OCHA.
Las dificultades en la agricultura y la alta inflación están obstaculizando a su vez el acceso a alimentos, mientras el sistema sanitario está en crisis, con las mujeres, niñas, personas con discapacidades y la minoría musulmana rohinyá, hostigada por el Ejército y que Birmania (Myanmar) no reconoce, entre los más impactados, añade el informe.
Las circunstancias mencionadas han provocado que los niveles de pobreza en el país se sitúen en niveles no vistos en los últimos 15 años.
El golpe del 1 de febrero de 2021 puso fin a una década de transición democrática en Birmania y al Gobierno electo de la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, detenida desde la sublevación, agudizando la guerra de guerrillas que vive el país desde hace décadas y sumiéndolo en una crisis económica, política y social.
Los enfrentamientos entre el Ejército y las milicias han aumentado desde finales de octubre, a raíz de una ofensiva lanzada por poderosas guerrillas norteñas el día 27 de ese mes, y bautizada «Operación 1027» en consecuencia, que se ha expandido por varias zonas del norte, este, oeste, centro y sur de Birmania.
OCHA alertó este mes de que más de medio millón de personas han quedado desplazadas en Birmania desde el lanzamiento de esta ofensiva, que expertos coinciden en que supone la mayor amenaza al poder militar desde la asonada.
La agencia de la ONU alerta asimismo de que se necesitan cerca de mil millones de dólares para atender la crisis, y afirma que «no nos podemos permitir repetir la flagrante falta de fondos en 2023», cuando solo se recibió el 29 por ciento de lo requerido, de modo que 1,9 millones de personas en máxima necesidad no fueron atendidas.