Manila, 13 may (EFE).- La incredulidad flotaba en el ambiente mientras las lágrimas se adueñaban del equipo de noticias de ABS-CBN, el mayor grupo mediático de Filipinas, cuando el pasado 5 mayo transmitió su último informativo en la televisión en abierto, horas después de recibir una orden del gobierno de Rodrigo Duterte para ir a negro.
«No esperábamos que sucediera ese día, pocas horas antes del cierre de la redacción y de la emisión del informativo. Unos lloraban y otros tratábamos de contener las lágrimas. Fue un día triste, lleno de incertidumbre», rememora Jacke Manabat, reportera de TV Patrol, el informativo de más audiencia del país desde 1987.
La licencia de emisión del grupo expiró el 4 de mayo y al día siguiente la Comisión Nacional de Telecomunicaciones ordenó el «cese inmediato» de la retransmisión de sus 42 canales de televisión -incluido el Channel 2, el más visto en toda Filipinas- y 23 emisoras de radio.
El presidente Rodrigo Duterte niega estar detrás del asunto, pero en el pasado amenazó en varias ocasiones con el cierre del canal, al que también acusó de publicar noticias «injustas».
INFORMATIVO ONLINE
Una semana después, los periodistas de ABS-CBN -primer canal de televisión del Sudeste Asiático nacido en 1953- siguen trabajando como de costumbre y mantienen vivo TV Patrol a través de Facebook Live, con más de 8 millones de visualizaciones; y en el canal informativo por cable ANC.
Aunque sin los ingresos por publicidad que atraía ese informativo -la emisión en abierto de TV Patrol en Channel 2 congregaba unos 17 millones de espectadores-, el futuro de los 11.000 trabajadores del grupo está en juego.
«Lo más triste de ese día fue cuando mi madre me mandó un mensaje preguntándome qué íbamos a hacer. De mi salario aquí depende mi familia», lamenta Jacke, de 33 años, que comenzó su andadura como periodista en la cadena hace 14 años.
Queda media hora para TV Patrol y Jacke cierra el guión de su pieza sobre la repatriación de filipinos por la pandemia. Mientras, en plató se ultiman los detalles para el directo: focos encendidos, telepronter en marcha, retoques de maquillaje y la misma tensión de siempre, aunque la señal televisiva esté apagada.
Tras dos horas de noticias, se apagan las luces, aplauso generalizado en plató, se reparten agradecimientos y felicitaciones, como sucedía antes. La necesidad de información no da tregua y la maquinaría de TV Patrol no descansa.
Jacke nunca pensó que un gobierno democrático se atrevería con el mayor grupo mediático del país, pero ella, al igual que grupos civiles, organizaciones de derechos humanos -incluyendo Human Rights Watch o Amnistía Internacional- o el gremio periodístico, ve la mano de Duterte y cree que se trata de otro caso de «persecución política y control de la libertad de prensa».
«ABS-CBN llega a las zonas más remotas del país, donde ninguna otra cadena emite. Visto así, el cierre de ABS-CBN es una mala señal sobre la salud de la libertad de prensa», opinó.
LIBERTAD DE PRENSA
El enfado del mandatario se remonta a la carrera presidencial de 2016, cuando ABS-CBN no emitió un anuncio electoral de su campaña ya pagado, porque no fue aprobado por la Comisión Electoral.
Actualizar la licencia de emisión depende de un Congreso dominado por sus aliados políticos, que han retrasado desde 2016 el debate de al menos once propuestas de ley pidiendo la renovación.
Además el fiscal general Jose Calida -viejo amigo del presidente y defensor de las cruzadas judiciales del Gobierno- ha pedido al Supremo que anule la licencia de ABS-CBN por supuestamente violar la norma constitucional de propiedad 100 % filipina de los medios, algo que el grupo niega.
A pesar de esa ofensiva en varios flancos desde el entorno del presidente, las voces que reclaman la renovación de ABS-CBN se han escuchado con fuerza e incluso la Comisión Nacional de Telecomunicaciones se comprometió a otorgar una licencia temporal hasta que el Congreso debatiera el asunto. Por eso la orden de cierre la semana pasada cayó como un jarro de agua fría.
CIERRE INESPERADO
«Estábamos preparados para el peor de los escenarios, pero no esperábamos que ocurriera tan rápido», cuenta Ging Reyes, directora de la división de información del grupo ABS-CBN.
Después de muchos rumores, llamadas a fuentes de las altas esferas del gobierno y mensajes contradictorios esa aciaga mañana del 5 mayo, la obsesión de Ging fue confirmar la información para ser los primeros en dar la noticia.
«La productora que hay en mi interior se apoderó de mí. Me aseguré de que todo el mundo cumplía con su trabajo, confirmando la noticia, recabando reacciones y llamando a los presentadores para interrumpir la programación», recuerda Ging, una veterana y laureada periodista en Filipinas a quien la adrenalina ese día no le permitió llorar.
Aunque el trabajo se ha vuelto «más tóxico y demandante», Ging confía en que en el peor de los casos la división informativa podrá seguir operando en plataformas digitales que no requieren permisos gubernamentales, aunque el departamento de entretenimiento enfrenta un futuro negro.
«Los daños económicos ya se sienten y no sé cuánto tiempo aguantaremos así», apunta. Cada día de cierre de Channel 2, el grupo deja de ingresar 700.000 dólares por publicidad.
DICTADOR MARCOS
No es la primera vez que ABS-CBN va a negro, ya ocurrió «en otros tiempos y en otro mundo», cuando el dictador Ferdinand Marcos declaró en 1972 la ley marcial y puso al servicio del régimen los medios de comunicación. «Los tiempos han cambiado, no es tan fácil ahora desmantelar un grupo mediático», se consuela.
«Seguimos trabajando y luchando por una prensa libre. Estamos aquí para servir al público y ofrecerle información precisa y rigurosa en estos tiempos difíciles de pandemia», apunta Sarah Herrera, editora del TV Patrol desde hace 20 años.
Sarah confía en que el Congreso finalmente renueve su licencia, indicativo de que las constantes vitales de la democracia filipina siguen funcionando.
Sara Gómez Armas