CIUDAD DE MÉXICO, mayo 9 (EL UNIVERSAL).-
Cuenta la leyenda, que allá por los años 50, un portero llamado José Alfredo Jiménez, no podía jugar en el León, por culpa de un fenómeno de la portería como lo era Antonio Carbajal.
Pero la misma «Tota» desmintió para EL UNIVERSAL, estas historias, lo que sí aceptó es que José Alfredo, uno de los compositores más prolíficos que ha tenido la música mexicana, fue su gran amigo y gran «compañero de farra».
Don Antonio recordaba y ponía en claro, cada vez que le preguntaban por José Alfredo: «Él era mayor que yo, no coincidimos en la categoría, ni cuando éramos chicos ni cuando éramos grandes. Él jugaba en el Oviedo y yo en el Marte. Nadie le quitó nada a nadie».
Eso sí, eran grandes amigos y Carbajal siempre notó que en el futuro cantautor había algo especial: «Lo conocí desde que éramos niños. Jugábamos futbol en el Kiosco (Morisco) de la colonia Santa María (La Ribera), en la Ciudad de México. Era el portero y cuando menos lo pensábamos volteábamos y ya no estaba, le llegaba la inspiración y se iba a escribir por ahí».
El tiempo pasó, cada uno tomó su camino, pero la amistad quedó: «Tuve el honor que muchos días fue a mi casa y ahí platicábamos. De manera espontánea me decía qué canciones tenía en mente y eso sí, era futbolero a morir».