Puebla (México), 31 jul (EFE).- España y el estado mexicano de Puebla están unidos desde el siglo XVI por las piezas irrepetibles creadas con materiales únicos, imaginación desbordada y la pasión, tradición y autenticidad de la cerámica de talavera.
Desde su llegada a México, los españoles buscaron un lugar para implementar su tradición de alfarería y en Puebla, centro de México, encontraron la materia ideal para replicar su loza, ya que las condiciones climáticas les ofrecían un barro café y blanco semejante al de Toledo.
Llegaron y comenzaron a hacer la llamada talavera en Puebla, «donde encontraron la materia prima de lo que hacían en Toledo, España, donde hay un pueblo que se llama Talavera de la Reina», dijo este miércoles a Efe, Raúl Calvario, jefe de producción de la empresa de cerámica Talavera Armando.
Entonces, la alfarería española se implementó en las localidades poblanas de Cholula, Atlixco, Tecali y Amozoc, que se convirtieron en pueblos productores mexicanos de talavera.
El trabajo está amenazado por la piratería de un centenar de talleres de alfareros que quieren vender piezas sin certificado de autenticidad y que no desarrollan el tradicional proceso artesanal, que lleva hasta dos meses.
El proceso comienza con la recolección del barro café y blanco, que se traslada al taller, donde se separa de ramas, semillas y toda clase de basura para colocarla en contenedores de cemento, donde reposa por dos o tres semanas hasta tener la consistencia adecuada.
Posteriormente se convierte en una masa homogénea y manejable, que los alfareros colocan en una mesa especial con platillo giratorio para moldear las piezas con las manos y agua, para luego pasar a un área de secado un par de semanas más.
Continúa el área de esmaltado y de pintado, donde los artistas diseñan figuras y formas con colores que serán únicos en cada una de las piezas, para culminar el proceso al meterla al horno por 24 horas.
Por este proceso, el pasado 21 de julio Puebla obtuvo la Certificación de la Talavera como producto de Denominación de Origen, con la finalidad de crear un organismo que revise, examine procesos y valide la originalidad de elaboración.
Especialistas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) harán pruebas a base de químicos para validar y determinar los procesos y así otorgar el certificado a los talleres.
Calvario dijo a Efe que la piratería daña el prestigio de la talavera poblana. «Todos quisieran hacer talavera pero realmente no es tan fácil porque la talavera original lleva un proceso que no se puede aprender de la noche a la mañana», señaló.
Explicó que la mayoría de los que trabajan la talavera lo aprendieron de sus abuelos, «fue una herencia que les dejaron» o «alguien les vendió los secretos para poder hacer la talavera original».
La denominación de origen fue otorgada por los materiales, como el barro blanco y café que se obtienen de Cholula, Atlixco, Tecali y Amozoc, que son los «originales», apuntó Calvario.
Para combatir la piratería se organizan recorridos en los talleres para que los clientes conozcan el proceso y puedan identificar una pieza original, señaló.
«Les explicamos en el recorrido que la talavera no cuenta con un color totalmente blanco, sino que es un tono crema y solo se pueden utilizar seis colores básicos», mientras «las piezas piratas tienen en sus diseños hasta más de 30 colores y combinaciones», sostuvo.
Dijo a los turistas que, si quieren adquirir un producto de este tipo, verifiquen que tiene la certificación que avala su originalidad.