México.- Profesores e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la universidad más grande de Latinoamérica, dieron este lunes un último adiós al nobel de Química Mario Molina, fallecido el miércoles pasado a los 77 años y considerado como el científico mexicano más universal.
La UNAM tenía previsto llevar a cabo este día un evento virtual para conmemorar los 25 años de la entrega del Premio Nobel de Química a Molina, sin embargo el acto se convirtió en un homenaje póstumo tras el repentino fallecimiento del científico a causa de un infarto.
«Sus logros abrieron los ojos para que la humanidad pusiera atención en el daño que le provocamos y que le estamos provocando al planeta», expresó Enrique Graue, rector de la UNAM, universidad donde estudió e impartió clases Molina y cuya facultad de Química fue bautizada con su nombre.
En el homenaje participó brevemente el hermano del científico, Luis Molina, quien expresó que Mario «nos deja muy tristes pero muy orgullosos en la orfandad de todo su legado».
Compañeros y amigos de Molina recordaron anécdotas del científico y repasaron su larga carrera, desde la investigación sobre la capa de ozono que le valió el Premio Nobel de Química 1995 hasta su activismo para frenar la crisis climática, su lucha por la calidad del aire de las ciudades y su reciente defensa del cubrebocas contra la pandemia de COVID-19.
Molina y el científico estadounidense Frank Sherwood (1927-2012) previeron en 1974 que la emisión de gases clorofluorocarbonos (CFC), usados en refrigeradores y aerosoles, provocaría un agujero en la capa de ozono facilitando la filtración de rayos ultravioleta a la Tierra con graves efectos en los ecosistemas.
«Sus descubrimientos sobre la degradación del ozono permitieron adelantarse a un problema global de la más alta importancia para la vida en el planeta», expresó en el evento la reconocida bióloga Julia Carabias.
Gracias a su descubrimiento, se logró un consenso internacional para la adopción del Protocolo de Montreal de 1987, que prohibió el uso de gases CFC logrando estabilizar los niveles de ozono, que siguen recuperándose a día de hoy.
«Esto fue una muestra de que es posible que diversas sociedades logren acuerdos de fin común. Mario estaba convencido de la grandeza de la humanidad», expresó con la voz rota la directora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, Telma Gloria Castro.
Tras el Protocolo de Montreal, Molina se convirtió en toda una autoridad sobre el medioambiente y recorrió el mundo haciendo pedagogía sobre la crisis climática, rebatiendo con argumentos científicos a los negacionistas del cambio climático.
«Mario Molina nos demostró que la causa del deterioro ambiental está en nuestras manos», expresó Castro.
Por su parte, Carabias destacó que el científico siempre buscó crear «una conciencia generalizada de manera sencilla» sobre la crisis climática e influyó en los Acuerdos de París de 2016 y en la Agenda 2030 de la ONU.
Pero también hubo espacio para hablar de la faceta más personal de Molina, quien recibió más de 30 doctorados ‘honoris causa’ y fue asesor del presidente estadounidense Barack Obama (2009-2017).
El exrector de la UNAM Francisco Barnés de Castro contó entre risas que Molina fue «un genio muy precoz» y que en su familia todavía se comentan «las consecuencias desastrosas de varios fallidos experimentos» que hacía en el baño de su casa cuando era un niño.
Mientras que el profesor de Química Eduardo Bárcena resumió unos atributos con los que todos coincidieron: «Me marcó que con su gran nivel cultural, intelectual y enorme fuerza moral, siempre mostraba sencillez y cordialidad».