La voz de la prudencia, ante la circunstancia crítica que estamos padeciendo, con el aumento diario de infectados y muertos por causa del Covid-19, la lleva el titular estatal de Salud quien, desde hace ya días, recuerda que estamos en una etapa peligrosa y que la cosa sólo puede ir a peor si la gente insiste en comportarse como si no pasara nada y esto de enfermarse y morir sea cosa de otros, justamente ayer en que murieron personas de todas las edades.
El problema parece ser que en esto de reconocer que estamos sin alcanzar la cresta de la curva de contagios y denunciar la irreflexiva relajación de los cuidados, el doctor Piza se ha quedado solo y, peor que eso, es que él encabeza la dependencia que está entregando las constancias que permiten abrir lo mismo un restaurante, una superficie comercial e incluso un gimnasio, certificados que prácticamente dejan al criterio de los dueños o gerentes que se cumplan o no las medidas de protección, o en otro extremo a los que acuden.
Hablaba ayer el secretario de Salud de tener que recurrir a ‘otras medidas’ para que la gente entienda que salir a la calle ya implica riesgos, que se multiplican cuando se incumplen elementales prácticas como la de llevar mascarillas o la de evitar el contacto social, aunque poco se ve qué pueda dictar la dependencia, atada de manos, pues lo que es seguro que no le autorizarán bajo ninguna circunstancia a hacer lo que por ejemplo hicieron en Jalisco, donde se decretó la obligatoriedad de llevar cubrebocas, una medida que tantos problemas está causando.