El regreso presencial a clases será autoritario, sin la preparación adecuada y con mucho riesgo para los niños y jóvenes por su vulnerabilidad al no estar vacunados y por el nivel peligroso en que se encuentra la tercera ola de la pandemia, advirtió el doctor Héctor Grijalva.
Señaló que al igual que alumnos y maestros, los mismos padres de familia están en una situación de mucho riesgo debido no sólo a lo muy activa que está la tercera ola de la pandemia, sino por el hecho de que no hay una estrategia clara para proteger a la comunidad educativa de posibles brotes.
Al analizar las condiciones bajo las cuales se hará que retornen niños y maestros a la actividad escolar de manera presencial, el especialista dijo que los argumentos que se ofrecen para volver a clases es que los alumnos ya necesitan la convivencia social y que los padres de familia están agobiados por tener a los hijos en casa, pero “es curioso que no se menciona cuál es el estado emocional de los maestros”.
En ese caso, añadió, sería interesante saber si los docentes están deseosos de volver a las aulas, pues lo cierto es que en realidad el grueso de los maestros desea volver a las escuelas sobre todo por varias razones afectivas, ya que por principio de cuentas es menos agotador, porque preparar las clases en línea, impartirlas a un auditorio virtual y en ocasiones invisible no tiene la misma capacidad para la captación del aprendizaje.
Por otro lado, debe tomarse en cuenta que el vandalismo imperó durante el confinamiento, por lo que no son pocas las escuelas que están destrozadas y sin servicios, ante lo cual cabe preguntarse ¿cómo será el estado de ánimo de los alumnos al ver su salón de clases destruido, abandonado o desmantelado?
En ese contexto, el doctor Grijalva expuso que la salud mental de los niños y de los muchachos será seriamente afectada porque no se hizo un programa de preparación emocional para un regreso gradual.
Precisó que así como durante un año y cuatro meses no se asistió a la escuela, las autoridades educativas y los padres de familia debieron haber elevado su capacidad de atender, ayudar, tranquilizar y motivar a los chicos para aceptar la realidad y esperar gustosamente el regreso.
“Ahora que los niños están a punto de volver otra vez a las escuelas, nuevamente debería existir un plan de atención emocional para favorecer un regreso amable, aunque tristemente se está viendo que tales programas no existen y no se ven por ningún lado”, lamentó.