Por Erick Cortés.- “Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. No en un operativo, no en rondas de escalada, ¡en guerra!”. Con estas palabras, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advertía el inicio de un nuevo conflicto armado en Medio Oriente, al amanecer del 7 de octubre del 2023.
Aunque «nuevo» sólo por su escala —sin precedentes en la región—, era la respuesta al peor ataque que había sufrido Israel en su historia, con más de 2,000 misiles lanzados desde la Franja de Gaza durante la madrugada de ese mismo sábado.
Casi en el mismo acto, el primer contraataque israelí cobraba la vida de 200 gazatíes en Palestina, los primeros de una lista que hasta el día de hoy sigue creciendo.

Las bombas
No existe una cifra exacta de cuántos misiles han caído sobre Gaza en el último año, pero varias estimaciones sugieren que Israel ha lanzado más bombas sobre este territorio que las que cayeron en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. “Estamos en el cuatril más alto de las campañas de bombardeos más devastadoras de la historia”, afirma el historiador Robert Pape.
Euro-Med Human calcula que Israel ha lanzado unas 70 mil toneladas de bombas, de las cuales 11 mil habrían sido suministradas por Estados Unidos en 244 aviones de carga y 20 barcos.
Oficialmente, el último informe de la aviación israelí afirmó haber realizado ataques contra 22 mil objetivos hasta noviembre del 2023 (846 ataques diarios en el primer mes de conflicto). En la Franja hay tanta devastación, que los expertos estiman que serán necesarios al menos 80 años para lograr la reconstrucción de los más de 370 mil hogares que han sido destruidos, y hasta 50 mil millones de dólares para recuperar la infraestructura dañada.

Los desplazados
Desde los primeros días de guerra, a los ataques aéreos se sumaron las ofensivas por tierra. El propósito de Netanyahu era claro: aniquilar a Hamás y hacer que sus enemigos se arrepintieran de haber atacado a Israel. Pero las tropas no sólo tenían como objetivo alcanzar las bases de Hamás, pues también golpearon con fuerza a la población civil, lo que pronto causó indignación y acrecentó las denuncias internacionales de genocidio contra el Primer Ministro.
La respuesta del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, Daniel Hagari, fue justificar estos ataques, argumentando que eran necesarios para “cumplir los objetivos de la guerra” y advirtiendo que los bombardeos contra la Franja no cesarían hasta cumplir dichos objetivos, lo que pronto causó el desplazamiento forzado de más de 2 millones de personas (el 90% de la población en el enclave palestino).
Varios analistas aseguraron que este éxodo tuvo como propósito la expulsión definitiva de los residentes para la expansión de Israel sobre los territorios ocupados. Es decir, que más de 2 millones de personas habrian abandonado Gaza sin posibilidad de retorno.
Las muertes
A sólo tres meses de iniciado, el conflicto ya había superado el número de muertes de cualquier otra guerra activa en el último año, cobrando 37 mil víctimas en Gaza y Cisjordania.
Aunque no existen cifras oficiales (pues las bombas han destruido gran parte de los registros), el Ministerio de Salud de Palestina ha reportado 41 mil 788 muertes desde el inicio del conflicto, y más de 95 mil heridos entre civiles y soldados. De los muertos, se asegura que más del 40% son menores de edad, cuyos nombres han sido publicados en un listado, del cual, las primeras 14 páginas corresponden a niños recién nacidos y menores de un año de edad.
Israel, por su parte, asegura haber matado a 14 mil combatientes en Gaza desde octubre del 2023.
En total, los fallecidos equivalen al 2% de la población, pero a esta cifra aún hay que sumar las muertes indirectas: unas 186 mil personas que han perdido la vida a causa de la hambruna, la desnutrición o la falta de asistencia médica, lo que ha llevado a la región al índice de mortalidad diaria más alto del siglo, con 115 muertes cada día, sin contar los más de 10 mil desaparecidos que, se teme, sean cuerpos que al día de hoy permanezcan bajo los escombros en la región abandonada y destruida.
A un año, no hay tregua
Pese a los varios intentos y los constantes llamados de la comunidad internacional para un alto al fuego inmediato, así como las numerosas protestas de miles de personas en todo el mundo —y en la propia Tel Aviv—, Netanyahu no se ha mostrado dispuesto a detener los ataques. “Israel se encuentra inmerso en una guerra de resurrección para garantizar que el 7 de octubre no vuelva a suceder”, dijo este lunes en una reunión especial del Gobierno que conmemoró el aniversario de los ataques de Hamás.
Netanyahu reclama la muerte de 1,200 israelíes y el secuestro de 251 rehenes a manos de Hamás, mientras dirige un total de siete frentes activos, ahora también contra Hizbulá en Líbano, contra los Hutíes en Yemen, contra las milicias proiraníes en Siria y la resistencia islámica en Irak e Irán.