México, 18 jul (EFE).- Sobre todo en México, pero también en Japón y en Estados Unidos, las populares máscaras y otros artículos de la lucha libre han cobrado relevancia en los últimos años, aumentando su valor y, de paso, potenciando el mundo del coleccionismo.
Aunque los propietarios de este tipo de artículos aparecieron prácticamente desde que nació este deporte-espectáculo en México, en septiembre de 1933, el «boom» del coleccionismo alrededor de esta actividad inició hace poco más de una década.
El detonante fue una singular publicación del 2007, la «Enciclopedia de Máscaras».
Esa serie, ofrecida al público por tomos, provocó que las personas que guardaban o atesoraban una máscara o algún objeto desde hace años, consideraran que tenía cierto valor monetario, además de la estima que guardaban hacia el objeto.
«Tras esa publicación comenzaron a aparecer muchos coleccionistas que de alguna manera estaban ocultos pero que ahí estaban. Eso, y las redes sociales, provocaron que esta práctica estallara por completo», contó este jueves en entrevista con Efe el coleccionista y artista gráfico Bernardo Flores.
Esa repentina aparición de los coleccionistas trajo consigo que salieran a la luz cientos de máscaras que incluso se daban por perdidas.
«Los luchadores retirados, sus familiares y la gente ligada al mundo de la lucha libre como los árbitros, los entrenadores o los promotores, quienes guardaron y conservaron las máscaras, aprovecharon el momento para mostrarlas y sacarles provecho», contó Flores.
Esa compra-venta de «tesoros luchísticos» fue la que provocó la fiebre de coleccionistas, quienes aunque no tenían tantas «tapas», como también se le conoce a las máscaras, tenían el potencial económico para hacerse de ellas.
Junto con este «boom» hubo un encarecimiento de las máscaras.
Flores recordó que hace muchos años los luchadores regalaban las máscaras y en ocasiones las tiraban al cesto de la basura «y siempre hubo quien las rescató, sudadas, rotas o ensangrentadas y las guardaba».
Fue precisamente la citada «Enciclopedia» la que ayudó a que esa grupo de personas que coleccionaban máscaras y objetos se transformara en una legión, apuntó.
Sobre el valor que pueden alcanzar las máscaras, Flores cree que el precio se basa en «el gusto y el amor» que una persona le tenga a la lucha libre. Porque a alguien que no le interesa o le da lo mismo compra una réplica en 200 pesos (unos 10,5 dólares)».
Pero según el experto, no es lo mismo «una réplica que una de una colección que puede llegar a costar unos 100.000 pesos (unos 5.200 dólares)».
Con una colección de unas 250 máscaras, Flores lamentó que en México no existe una autoridad o una persona, como sucede en Estados Unidos, que valide que las máscaras o los objetos sean originales.
«Como coleccionista, si vas a invertir debes saber que es lo que estas comprando y lamentablemente hay gente que vende máscaras falsas (no originales) o clonadas».
Entre los «tesoros» que ostenta el también artista gráfico, están una máscara usada por la leyenda de este deporte «Santo, el enmascarado de plata» y otra del mítico luchador «Mil Máscaras», que adquirió en Japón, donde también hay mucha afición.
Precisamente el país nipón es en el que, fuera de México, existe un mayor mercado para objetos de este espectáculo.
«Existen páginas de internet en Japón y Estados Unidos que ofrecen máscaras en precios increíbles 50, 60 o hasta 70.000 pesos (2.600, 3.100, o 3.600 dólares)».
Para Pedro Rosas Kenjiro, un creador profesional de máscaras de luchadores, el coleccionismo de estos artículos tiene más que ver con una era moderna de consumo y de «pertenecer a un grupo», los coleccionistas, al que no todos pueden acceder.
«Hace muchos años esa afición por coleccionar la hacías por ti y por tu gusto, quizás eras el único en tu comunidad. Por ejemplo, yo colecciono juguetes desde niño y siempre los compraba en mercados callejeros.
Pero con programas de televisión como el ‘Precio de la historia’ y otros ahora los objetos ya tienen un valor y precios más altos», apuntó en entrevista con Efe.
En el caso de la lucha libre recordó que los luchadores de otras épocas le regalaban sus máscaras a gente cercana, familiares o amigos, pero «ninguna persona común» podía tener uno de esos objetos.
«Nadie sabía que valor tenían, pero actualmente se venden en miles de pesos, mientras que los luchadores nunca se imaginaron que sus máscaras iban a llegar a tales precios», apuntó Rosas Kenjiro.
Ambos entrevistados señalaron que las máscaras tiene un precio distintos por si fueron usadas (luchadas) o si solo son réplicas autorizadas o firmadas por ellos.
«¿Cuánto cuestan unos tenis que usó Michael Jordan, una camiseta de Kobe Bryant o un sombrero del ídolo mexicano Pedro Infante?» cuestionó Rosas Kenjiro. Pues «eso cuesta una máscara de ‘El Santo'», respondió él mismo.