Ginebra, 26 jul (EFE).- Latinoamérica ha registrado en los dos últimos años el progreso más significativo en la lucha contra el tabaco, con una serie de países que han dado valientes pasos para frenar las variadas estrategias de la industria para esquivar las medidas antitabaco y seducir a los jóvenes.
«Observamos el mayor progreso en la región de las Américas», confirmó el responsable de programas de la Unidad de Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Vinayak Prasad, al presentar los resultados del último informe mundial sobre la evolución de la epidemia del tabaco.
Las razones principales para que la lucha contra el tabaco esté en buen camino son el fuerte compromiso político que la OMS percibe en la mayoría de países latinoamericanos, así como los recursos que están destinando a medidas clave como ayudar a los fumadores a dejar su hábito.
Asimismo, se ha avanzado en advertencias gráficas en los paquetes, en la protección contra el humo en lugares cerrados y en materia de impuestos, explicó a Efe el experto del Departamento de Prevención de Enfermedades No Transmisibles de la OMS, Roberto Iglesias.
Al mismo tiempo, los gobiernos latinoamericanos «van conociendo más las tácticas de la industria», agregó.
«La industria está intentando reinventarse y crear legitimidad a través de sus nuevos productos, con los que empujan a los países a menos regulaciones», dijo Iglesias.
La OMS ha querido aprovechar la presentación de los resultados de su informe para hacer un reconocimiento a Brasil, que es el segundo país del mundo -después de Turquía- en aplicar de la manera más completa todas las políticas antitabaco recomendadas por esta organización.
Su programa de ayuda para dejar de fumar es considerado sobresaliente y ha reducido la tasa de fumadores del 15,6 % en 2007 al 10,1 % en 2017, año de los últimos datos relevantes.
Las políticas recomendadas globalmente se centran en la prohibición de fumar en espacios públicos, advertencias gráficas en los paquetes, ayudas para dejar de fumar y en el aumento de los impuestos al tabaco.
Iglesias sostuvo que el argumento con el que la industria intenta frenar esos progresos en Latinoamérica es el del comercio ilícito -afirmando que éste aumentará si suben los impuestos al tabaco-, el cual ha sido rebatido por numerosos estudios.
A eso se añade que «la industria sigue tratando de usar todas las posibilidades legales para hacer publicidad y, sobre todo, patrocinar eventos culturales o académicos», añadió Iglesias.
Sin embargo, la industria está concentrando ahora sus fuerzas en los cigarrillos electrónicos y en los Iqos (dispositivos de tabaco calentado), con los que ha estado intentando entrar en Brasil, Perú y Colombia, donde están prohibidos en el primer caso y restringidos en el segundo.
«Yo observo que hay una estrategia de la industria para generalizar el consumo. Primero, de manera informal y hasta ilegal, y después presionando a los gobiernos para legalizarlos», subrayó Iglesias.
Los fabricantes de cigarrillos electrónicos los presentan como un método para dejar de fumar, pero la OMS ha constatado que lo que realmente ocurre es que se crean «fumadores duales», es decir que consumen cigarrillos convencionales y usan estos dispositivos de forma alternada.
Los cigarrillos electrónicos siguen dañando el corazón por su contenido de nicotina, una substancia que llega rápidamente al cerebro después de su inhalación.
Su poder adictivo es tan poderoso que se ha comprobado que un 60 % de adolescentes se convierten en adictos a ella después de cinco paquetes de cigarrillos, dato muy relevante si se tiene en cuenta que de los 1.100 millones de fumadores que hay el mundo, la mitad empezó antes de los veinte años.
Isabel Saco