Barcelona (España), 5 nov (EFE).- Intuitiva, curiosa, la cineasta mexicana Lila Avilés admite que su ópera prima, «La camarista», el retrato agridulce de una empleada de un lujoso hotel de Ciudad de México, y que ha sido seleccionada para representar a su país en los Oscar, tiene que ver con otro trabajo de la artista francesa Sophie Calle.
En una entrevista con Efe en Barcelona (España), Avilés bromea que los artistas «somos devoradores de otros artistas» y no esconde que en el inicio del proceso de esta contenida y personal película, con Gabriela Cartol en el papel protagonista, parte de una obra de teatro en la que participó, basada en el proyecto de Calle, «Hotel».
A su juicio, el filme puede verse como «la historia de una camarista, pero creo que puede traspasarse a otros muchos microuniversos, puede verse como una película abierta a otras muchas cuestiones».
«De la misma manera que hay fronteras geográficas -reflexiona- hay fronteras humanas, pero, al final, creo que todo tiene que ver con el respeto y con no ser invisibles, con ser empáticos, sea en la situación que sea. El trabajo que hace la protagonista es muy digno y no se nos debe olvidar que en algunos lugares es un medio de trabajo para millones de familias».
A lo largo del metraje, el espectador descubrirá el día a día de Evelia, interpretada por Cartol, quien prácticamente reside entre ascensores y habitaciones de un alto rascacielos, en maratonianas jornadas, poniendo orden en anárquicas estancias, sin apenas tiempo para estar con su hijo.
A su alrededor, aparecen desde compañeras como Minitoy (Teresa Sánchez), un personaje que Avilés describe como un ser de «amor y luz, con sus cosas, como todo el mundo», a una clienta argentina, a la que da vida y voz la actriz Agustina Quinci y que provoca divertidas situaciones, aunque no es la única.
En este punto, la directora asevera que el humor le viene de su padre, alguien que siempre cree que «tiene que haber algo de gracia», mientras que su madre, una «mujer muy trabajadora que nos tiró hacia adelante es una obsesiva de la limpieza y lo que más le gusta del filme son los secretos relacionados con esta actividad».
Con esta película, Lila Avilés, que empezó de muy joven como actriz de anuncios publicitarios y que cuenta con una sólida carrera teatral, también ha querido incidir en la necesidad de que las personas de este momento histórico sean «curiosas».
«Veo a una sociedad tan metida en los celulares, en lo que pasa fuera de cada uno de nosotros, que me parece fundamental regresar a la curiosidad real, a ver que hay una diversidad hermosa, que nos la demuestra la misma naturaleza y que es la esencia más básica de las cosas», apunta.
A la vez, defiende que «hay que regresar a las pequeñas sutilezas, porque es muy bello identificar al otro, poner atención al otro y a partir de eso, entenderse a uno mismo».
Tampoco rehuye que para todo ello la educación es «fundamental». «Mi país, que es muy polar, con una parte que va hacia la violencia, también cuenta con otra parte muy fuerte de gente que trabaja muchísimo y que lo hace, de forma honesta, para tirar a su familia hacia adelante», reflexiona.
Respecto al hecho de que «La camarista» haya entrado en la carrera de los Oscar -en diciembre se conocerá si se convierte en una de las películas extranjeras finalistas-, Lila Avilés confiesa que no puede estar más feliz, con un proyecto que «haberlo hecho ya es un milagro, y además, también está nominada en los Goya».
De lo que más satisfecha se siente, sin embargo, es de que la película haya «resonado en el alma de los mexicanos» y de que en Estados Unidos haya «ido increíble y que la crítica la haya abrazado».
En España, el filme llegará a las salas el próximo 6 de marzo, pero antes ya se ha podido ver en México, Canadá, Francia y pronto se proyectará en Portugal, Brasil, Reino Unido y China.
Irene Dalmases