Madrid, 24 jun (EFE).- Existen 68 variedades distintas de chile en México y, en su último disco, Lila Downs se lanza de lleno a este fruto picante como homenaje al sabor profundo de su país a través de las orquestas de pueblo y como modo de enfrentar sin rodeos polémicas como la política migratoria en EE.UU.
«No creo que allí haya una reelección de (Donald) Trump. Tengo fe en que el otro lado se una», vaticina la compositora e intérprete en una entrevista con Efe celebrada en Madrid a propósito de su más reciente trabajo, en el que versiona «Clandestino» de Manu Chao para denunciar «la situación de los niños en los centros de detención en suelo estadounidense y la perspectiva de la mujer» respecto a este tema.
De hecho, «Al chile» (Sony Music), el título del álbum, es una expresión típicamente masculina en su país que significa hablar directo, con franqueza.
«Nos hemos vuelto más respetuosos con la diversidad. Eso es bueno por un lado, pero por otro no puedes decir las cosas como son. Cuando te encuentras con un personaje que las habla así, sientes alivio», argumenta Downs (Heroica Ciudad de Tlaxico, 1968), criada en la biculturalidad de sus orígenes entre EE.UU. y México.
De este país no obvia otro asunto turbulento como es la violencia, un clima de terror en el que falleció Virgilio Ruiz, quien colaboró en este disco como director de la orquesta Tierra Mojada y falleció en 2017 víctima de un disparo de un grupo armado.
«Es muy difícil ese tema para nosotros en México. Por una parte no se puede hablar de ello, porque te ves política, pero por la parte humana hay que decir algo, porque estamos en una situación terrible y no hay justicia», lamenta la artista, que habla en el disco sobre el ánimo de venganza y «la fuerza como ser humano» para volar más allá de ese sentimiento.
Downs, muy emocionada en ese punto, sonríe sin embargo al mencionar las connotaciones sexuales que conlleva el chile y las posibilidades de hablar de la dicotomía entre sufrimiento y placer, pero con ese fruto también simboliza el carácter profundo de su país, como lo hacen en su opinión las formaciones musicales y de baile de pueblo.
Gracias al trabajo de Camilo Lara como productor, musicalmente eso se manifiesta en la participación de numerosas orquestas del movimiento tropical de finales de los años 70 y años 80 de Ciudad de México y Oaxaca, donde se celebra anualmente la feria de etnias más importante de toda América.
«Me emocionó mucho cómo se preparan y quise representar con ellos ‘La llorona’, que se hace en esa festividad con un ritual muy particular, todos de pie y llorando, con un sentimiento muy profundo», cuenta Downs, que ha versionado ese clásico junto a la formación infantil Banda de Jóvenes de Cemxha por primera vez en zapoteco.
Pero «Al chile» no es solo México. Por allí pueden encontrarse otros sabores, como el de Perú en el tema «Cariñito» («La fiesta no es fiesta sin ese tema», le dijeron cuando le recomendaron reinterpretarlo) o la dulzura de Norah Jones en «Dear someone».
«Nos conocimos gracias a Camilo Lara y fuimos a grabar en Brooklyn. Ella, que estaba toda relajada, me vio así como yo acostumbro, con mi pestaña, y al principio hubo un poco de shock, pero platicando empezamos a coincidir y pasamos todo el día juntas. Hasta nos invitó a cenar», rememora con humor sobre ese encuentro de dos personalidades mestizas pero tan diferente materialización.
Lila Downs, quien lleva varios días de gira por España, recalará este miércoles en la sala Barts de Barcelona junto a su banda para presentar «Al chile». Después viajará a Pamplona (29 de junio, sala Zentral), Burgos (1 de julio) y Madrid (2 de julio, Teatro Rialto), con el sueño de coincidir con Silvia Pérez Cruz y, quizás, unir sus voces en una colaboración en directo.
Por Javier Herrero.