México, 18 ago (EFE).- Tras meses de choques entre el Gobierno federal y las autoridades estatales por la estrategia sanitaria y económica frente a la pandemia de coronavirus, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se reunirá este miércoles con los gobernadores para calmar las aguas.
En el encuentro de la Conferencia Nacional de Gobernadores, que tendrá lugar en San Luis Potosí, los mandatarios estatales pedirán apoyos económicos y fiscales para atender la crisis sanitaria y expondrán sus diferencias por el plan de reapertura aplicado por el Gobierno federal desde junio.
En el ojo del huracán está el semáforo epidemiológico que cada 15 días actualiza la Secretaría de Salud federal y que determina mediante cuatro colores (rojo, naranja, amarillo, verde) el grado de reapertura económica y social en cada estado según su situación sanitaria.
El último en levantar la voz fue el gobernador de Aguascalientes, Martín Orozco, quien rebatió a las autoridades federales por pintar a su estado en rojo, es decir máximo riesgo de contagios, lo que conlleva el cierre de la economía no esencial, y aseguró que el estado seguirá en naranja, con la economía no esencial abierta a medias.
No es ni mucho menos el primer desencuentro con los gobernadores por el semáforo, que si bien es orientativo y los gobernadores pueden no aplicarlo, genera confusión entre los ciudadanos.
A finales de julio, los gobernadores de Aguascalientes, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas, todos opositores, exigieron «la salida inmediata» del subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, a quien López Obrador encargó la lucha contra la COVID-19.
Opinaron que su estrategia «no ha dado resultado y que ha costado la vida a decenas de miles» de personas en México, que con 57.023 muertos por el coronavirus es el tercer país del mundo con más decesos, por detrás de Estados Unidos y Brasil.
Pero también ha habido rifirrafes con mandatarios provenientes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido de López Obrador.
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, admitió «diferencias» con el semáforo de López-Gatell, mientras que el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, decidió permanecer en color rojo por riesgo de contagios aunque la Secretaría de Salud lo situó en color naranja.
López-Gatell defiende la utilidad de su semáforo, que mide la ocupación hospitalaria, la tendencia de hospitalizaciones, la detección de casos y la tendencia de contagios.
Mientras que para López Obrador, su encargado de dirigir el combate a la pandemia es intocable. «Nosotros apoyamos al doctor López-Gatell; ha hecho un buen trabajo», dijo después que algunos gobernadores pidieran su renuncia.
La polémica por el semáforo es un capítulo más de la compleja relación entre el Gobierno federal y los estatales, la mayoría en manos de la oposición, agitada por la pandemia y las elecciones del próximo año para el Congreso y 15 estados del país.
A mitades de marzo, cuando el Gobierno de López Obrador todavía no había decretado el cierre de la economía, que duró hasta junio, algunos estados tomaron la delantera con la clausura de escuelas y de espacios públicos.
Más tarde, la crisis económica derivada de la pandemia llevó a Jalisco, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Durango y Michoacán a exigir una reforma del pacto fiscal, a fin de aportar menos recursos a la Federación y conservarlos para atender la pandemia.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, enlace entre López Obrador y los gobernadores, dijo en Twitter estar «muy optimista por el trato respetuoso y el diálogo» que auguró en la reunión.
«Hoy más que nunca debemos de estar unidos pues la pandemia aún no ha terminado, una reactivación económica en puerta, tenemos que avanzar y construir juntos para sacar al país adelante», dijo.