Park City (UT), 29 ene (EFE News).- Los hijos que nunca volvieron, las madres que siguen llorando su ausencia. La desolación y la tragedia humanitaria de los desaparecidos en México llega a Sundance con «Sin señas particulares», el extraordinario debut en la dirección de la mexicana Fernanda Valadez.
«Quería poner mi reflexión sobre la espiral de la violencia: cómo es que, de pronto, toda una generación de mexicanos estamos involucrados no solo en el crimen sino en situaciones de violencia que son muy extremas. Qué es lo que nos está pasando», argumentó Valadez en una entrevista con Efe.
«Creo que la reflexión que propone la película es que la línea entre víctimas y perpetradores no es tan clara. Son líneas muy frágiles que, dependiendo de las circunstancias que uno viva, se pueden convertir en una u otra cosa», añadió.
Dentro de la competición internacional de Sundance, el festival de cine independiente más importante del mundo, esta cinta aborda la odisea de Magdalena (Mercedes Hernández), quien tras meses sin saber nada de su hijo, que se fue de casa para cruzar a Estados Unidos, emprende una tenaz búsqueda para encontrarle.
La violencia de la frontera, la vulnerabilidad de los inmigrantes, y la maternidad como última resistencia ante el infierno son algunos de los temas que trata una película entre alegórica y realista, entre emotiva e intrigante como un thriller.
«Es muy gratificante estar aquí, qué te puedo decir», comentó la cineasta sobre figurar en el gran escaparate de Sundance.
«Da mucha emoción que la historia que te ha costado trabajo contar encuentre una audiencia. Creo que hacer una película es como que agarras una botellita, le pones un papelito y la lanzas. Y hay ocasiones en que esa botellita la encuentra una persona y otras ocasiones en las que la puede ver más gente», agregó.
El viaje de «Sin señas particulares» comenzó en el Festival de San Sebastián (España), donde ganó en 2019 el premio Cine en Construcción que proporciona ayuda a proyectos rodados pero que necesitan apoyo en posproducción y distribución.
Aunque, cinematográficamente, Valadez explicó que su interés por la violencia, la frontera y las desapariciones empezó con su cortometraje «400 maletas».
«Tenía temor de adjetivar la violencia, de filmarla de una manera que la hiciera sentir falsa. Después de ese corto me sentí más en confianza y, en lugar de tomar un punto de vista más naturalista, me llevó al contrario a contar la historia desde la intimidad emocional de los personajes», opinó.
Personalmente, el proyecto también coincidió con un cambio vital: su interés desde Ciudad de México por volver a conectar con su estado natal de Guanajuato.
«En aquel momento (con el cortometraje, en torno a 2012), Guanajuato era uno de los estados seguros, uno de los estados donde había más inversión», recordó.
«Y conforme tenía la convicción de que esa historia tenía que ser un largometraje, la situación del país fue cambiando y, por desgracia, Guanjuato ahorita es el primer lugar en homicidios y de los primeros lugares en desapariciones forzadas. La violencia ha ido migrando de geografía dentro de México», añadió.
Impulsada por una impresionante interpretación de Mercedes Hernández y una excelente fotografía de Claudia Becerril Bulos, como parte de un proyecto con una muy elevada presencia de mujeres delante y detrás de las cámaras, «Sin señas particulares» homenajea a todas esas madres que luchan y luchan por no dejar que sus desaparecidos se desvanezcan en el olvido.
«Conforme la gente fue desapareciendo, estaban las familias primero buscándolos vivos; y luego buscándolos vivos o muertos, aunque fueran cenizas, aunque fuera un pedazo de hueso», dijo.
«Hay todo este ímpetu por no abandonar a un ser querido (…). En las asociaciones de familiares de desaparecidos, el mayor porcentaje son madres buscando a sus hijos: es una relación y un vínculo afectivo que ni siquiera la muerte o el anonimato lo pueden romper» aseguró.
«Sin señas particulares» parte de una perspectiva pesimista o casi fatalista hasta el punto de que Valadez la definió como «una película desesperanzada».
«Creo que porque en el momento en que empecé a escribirla estaba muy pasmada y muy ‘shockeada’ por esta violencia fuera de toda proporción (…). Pero, como persona, creo que tiene que haber esperanza. Si no, diríamos todos: ‘Renunciemos en este momento'», consideró.
Quizá por ello habló de su próximo proyecto, algo más luminoso y en el que será coguionista y productora para la dirección de Astrid Rondero, una de las productoras de «Sin señas particulares».
«Es una historia sobre huérfanos del narco. Es una carta de esperanza para un niño que esperemos pueda cambiar este destino», adelantó.
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