Aguascalientes vivió ayer una manifestación al cumplirse 15 años de la desaparición de diez personas, entre hombres y mujeres, que fueron ‘levantados’ de una discoteca en el norte de la ciudad; 3 lustros han pasado, varias administraciones y muchas circunstancias, pero nadie sabe dónde están.
Si no fuera por los desesperados familiares de estas personas seguramente quedarían en el olvido, pues gran parte de la sociedad tiene memoria corta, pero los esfuerzos de parientes y amigos ayudan a que este caso no se enfríe y con justa razón exigen justicia, pero sobre todo respuestas.
La manifestación pacífica de ayer no sólo contó con la participación de aguascalentenses, sino de otros Estados como Zacatecas, Jalisco y Colima, que tienen en común que viven una eterna pesadilla de violencia.
Esta marcha ocurre en el marco de las decenas de protestas que se han llevado a cabo en diversas partes del país por la desaparición y asesinato de Debanhi, una jovencita de Nuevo León que fue abandonada en una carretera y apareció sin vida, con muestras de abuso sexual y golpeada.
Lamentablemente el tema de las desapariciones no es nuevo, ya lo comentábamos en otra entrega, pero ahora la gente ya sale a protestar, a exigir de las autoridades el cumplimiento de la ley, porque se supone tienen los medios y el alcance para buscar a esas personas que desaparecen y nunca se vuelve a saber de ellos.
Incluso ayer la Iglesia Católica culpó al Estado por lo que está ocurriendo en Nuevo León, porque el tema está candente, pues en la búsqueda de Debanhi otras cinco jovencitas fueron encontradas sin vida, tres de ellas menores de edad.
Pero ¿y las que faltan? no sólo en Nuevo León, en todas partes de la República Mexicana y Aguascalientes no es la excepción.
Esto no puede ni debe ocurrir, la violencia contra las mujeres está descontrolada, pero no perdamos de vista que también los hombres son víctimas de desaparición forzada y muchos de ellos han sido encontrados en fosas clandestinas, que tienen a este país como un enorme cementerio.
Da escalofríos ver las imágenes de la marcha realizada ayer en la Ciudad de México, pues el único requisito para participar en la protesta feminista fue llevar fichas de mujeres desaparecidas para colocarlas a su paso. Las paredes terminaron tapizadas, lo que habla del enorme problema que aqueja al siempre sufrido pueblo de México, que se siente huérfano ante la indiferencia de quienes podrían hacer la diferencia.
Aguascalientes por lo pronto ya alzó la voz, exige lo que es un derecho: la seguridad, que regresen a casa los que se fueron no por su voluntad sino obligados por quién sabe quién y que sepan los desaparecidos que aún los esperan en casa.