Almagro (España), 5 jul (EFE).- Cada 16 de septiembre las máscaras de los diablos de Teloloapan recorren las calles de esa ciudad mexicana, en Guerrero, para recordar cómo asustaron a los españoles en su guerra de la Independencia, un «espanto» que ha llegado a las calles de Almagro, localidad de la provincia de Ciudad Real, en el centro de España, y a su Festival de Teatro.
Los diablos se visten con un largo abrigo de cuero, guantes y botas y en la cabeza llevan máscaras de madera de hasta 20 kilos de peso y casi un metro de altura cuajadas de cuernos, figuras de animales y crines en una mezcolanza diseñada expresamente para atemorizar a quienes las ven.
La docena de «diablos» que ha viajado a España ya mostraron ayer, durante la entrega del Premio del Corral de Comedias a la actriz española Adriana Ozores, sus máscaras e hicieron restañar sus «chicotes», una especie de látigo trenzado con una fibra natural llamada ixtle, y esta noche y mañana lo harán de nuevo en la Plaza Mayor de Almagro.
«Ser» diablo se transmite de padres a hijos y sirve, según explican, para pasar el testigo de hechos históricos a través del folklore.
Para el Festival de Teatro Clásico de Almagro, que este año tiene como país invitado a México y da a la mujer un gran peso en la programación, han recuperado, además, la memoria de María Getzamaní, «Venadita», una muchacha que nació «sin ser nada ni nadie» y acabó como pieza fundamental de la rebelión contra los españoles.
«No sabemos si la ‘Venadita’ murió en combate, en 1821, con la máscara puesta y el chicote al aire o en un convento pero su enseñanza perdurará para siempre», explica el grupo de los diablos en la información que reparten entre el público para hacerse «oír» más allá de sus telúricos y atronadores «ruidos de guerra».