Estocolmo, 10 dic (EFE).- Los Premios Nobel sacaron este martes su cara más ecologista en una ceremonia en la que los ojos estaban puestos en el laureado de Literatura Peter Handke, centro de una agria polémica por la que algunos países anunciaron que no asistirían al acto como protesta.
El austríaco es acusado por sus críticos de dar voz al nacionalismo serbio más radical durante la guerra de los Balcanes y de minimizar matanzas como la de Srebrenica (1995).
Handke fue presentado como un escritor «profundamente contemporáneo, que debe hacer frente a un patrimonio paterno distorsionado por la ocupación nazi de Austria en la guerra. Representa a un linaje materno esloveno, lo cual motiva su mito antinacionalista de su origen».
Así lo señaló el presidente de Comité Nobel de Literatura, Anders Olsson, quien destacó que Handke, tras una prolífica carrera, no solo «ha realizado su sueño de una nueva prosa», sino que su escritura ha influido en «varias generaciones de escritores» de la Europa de posguerra».
Handke (Griffen, 1942), que desde hace años reside a las afueras de París, «ha elegido libremente el exilio como senda productiva» desde donde plasma las periferias, concepto que está en centro de «La ladrona de fruta», recién publicada en castellano.
El escritor dijo hoy a un medio serbio que no esperaba tanta animosidad por la concesión del Nobel, que han boicoteado países como Albania, Kosovo, Turquía y Croacia, así como un miembro del comité encargado de dar el galardón Peter England.
A las puertas de la sala de Conciertos de Estocolmo se desplegó esta tarde una pequeña pancarta para protestar por el premio al escritor austríaco, preludio de una concentración más grande que se celebrará en el centro de la ciudad a la que asistirán supervivientes de la guerra de Bosnia y mujeres de la Fundación Madres de Srebrenica.
Pero la ceremonia había empezado con un alegato a favor de los jóvenes que defienden las evidencias científicas sobre el cambio climático y que luchan contra esta emergencia.
El presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, ofrece siempre una breve intervención donde entrelaza los tema de actualidad con el pensamiento del creador de los galardones.
Mientras en Madrid se celebra la Cumbre del Clima, Heldin denunció que «vemos a líderes políticos que, de vez en cuando, niegan los hechos» y alertó de «la falta de respeto ante la abrumadora evidencia que denuncia que nuestro estilo de vida afecta gravemente a nuestro clima».
En un mundo donde «el pensamiento irracional y las opiniones estrechas de miras están ganando terreno a expensas de los logros científicos», hizo hincapié en que «cuando los jóvenes se levantan y nos exige a todos que escuchemos a la ciencia y actuemos, merecen nuestro apoyo».
Esta mañana en Madrid, la adolescente y activista sueca Greta Thunberg instó a «dar voz» a la comunidad científica, que es esencial para comprender el cambio climático.
Heldin recordó que unas hora antes, en Oslo, había recibido el Nobel de la Paz el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, cuya «valiente iniciativa» pone de manifiesto que «un solo individuo puede marcar la diferencia e incluso, en un breve periodo de tiempo, ayudar a poner fin a un conflicto que duraba décadas».
La ceremonia comenzó con la entrada en la Sala de Conciertos de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, junto a la princesa heredera Victoria y su esposo, el príncipe Daniel, en cuyo escenario esperaban los catorce premiados.
La francesa Esther Duflo es la segunda mujer en lograr el Nobel de Economía, y lo recibe con Abhijit Banerjee (India), y Michael Kremer (EE.UU), por sus trabajos para «entender mejor las causas de la pobreza y encontrar forma eficaces de aliviarla».
La polaca Olga Tokarczuk, Nobel de Literatura de 2018 -cuando el premio se dejó en suspenso-, «no se aparta de la verdad desagradable, ni bajo amenazas de muerte», dijo el miembro del comité Per Wästberg, en referencia a las formuladas por grupos de extrema derecha cuando publicó «Los libros de Jacob», que revisita la historia del país.
Wästberg destacó que Tokarczuk es «una de las escritoras de prosa más originales de nuestro tiempo, con nuevas formas de ver la realidad».
El nobel más anciano de la historia, con 97 años, es el alemán John Goodenough, «padre» con Stanley Whittingan (EE.UU) y Akira Yoshino (Japón) de las batería de litio, que han contribuido a la «revolución móvil» y «simplifican» el uso de fuentes de energía renovable, lo que les ha valido el galardón de Química.
La Física premió a los suizos Michel Mayor y Didier Queloz, descubridores del primer exoplaneta, y al canadiense James Peebles, por sus estudios sobre la evolución del Universo.
El descubrimiento de cómo las células se adaptan al oxígeno disponible, lo que abre la puerta a tratamientos contra el cáncer y la anemia, da el Nobel de Medicina a los estadounidenses William Kaelin y Gregg Semenza, y el británico Peter Ratcliffe.
Los Premios Nobel están dotados con 9 millones de coronas suecas (912.000 dólares) por categoría, a repartir entre los premiados.
Por Carmen Rodríguez