CIUDAD DE MÉXICO, agosto 26 (EL UNIVERSAL).- Una perrita de la Marina llamada «Max» fue quien encontró a Rafel Caro Quintero entre los matorrales para detenerlo y ponerlo en manos de las autoridades, detalló la secretaría de la Marina.
De acuerdo con la Secretaría de Marina, el adiestramiento en búsqueda y rescate permitió al elemento canino ubicar a Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara, quien cuenta con dos órdenes de aprehensión en su contra, así como con una orden de extradición a Estados Unidos.
Como «Max», otros perros han sido adiestrados para el combate al narcotráfico, en una labor en la que son los únicos agentes incorruptibles, lo que los ha puesto en la mira de las organizaciones criminales.
En el 2007, por ejemplo, «Rex IV», un perro integrante de la Unidad Especial Canina (UEC), fue secuestrado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
El can, un pastor belga mallinois adiestrado en la detección de drogas, fue cambiado por un cachorro criollo cuando junto a otros seis perros de la UEC eran trasladados a Mazatlán, Sinaloa, donde fueron asignados para ejecutar una misión especial.
A su llegada a Sinaloa, estado ubicado al noroeste del país, fue que los agentes repararon en que Rex IV había sido suplantado y de inmediato la entonces Secretaría de Seguridad Pública Federal interpuso la denuncia.
El empleado encargado del traslado de los animales en el aeropuerto de la Ciudad de México confesó que realizó el cambio junto a dos de sus compañeros porque un sujeto los amagó con un arma.
Desde hace varios años, los criminales le han puesto precio a la cabeza de los perros que son agentes contra el narcotráfico, pues ellos descubren grandes cargamentos de droga e inclusive, como «Max», a grandes capos de la droga.
Por «Lucy», una labrador que detectó explosivos en Ciudad Juárez durante los años en que la violencia más azotó a esa ciudad fronteriza, se ofrecía una recompensa por su cabeza.
En Colombia, amenazas y engaños a K9
En Colombia, el año pasado saltó un caso en el que un policía engañaba a un perro antinarcóticos, al alterar su entrenamiento para evitar decomisas.
El policía distraía al perro con juguetes, justo cuando tenía que realizar los recorridos por los contenedores contaminados con el estupefaciente de los que él ya tenía conocimiento.
Pero un agente encubierto que durante más de un año le siguió los pasos logró detectar al policía y cuyos hallazgos permitieron descubrir una red que operaba así.
Como en México, «Sombra», una perra entrenada para detectar narcóticos, también fue amenazada por los capos. La perrita trabajaba en la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional de Colombia y los narcotraficantes colombianos ofrecían una recompensa de hasta 70 mil dólares por su cabeza.