Aguascalientes.- El éxito que se comparte es el que más se disfruta y tiene un mejor sabor cuando se ha traba-jado duro para alcanzarlo, “aunque me falta todavía mucho por lograr”.
Esto lo considera Francisco Galván, juez de línea internacional de Tenis y entrenador de este deporte por ahora en clases particulares, y orgulloso generador de nuevos talentos deportivos, dueño de una amplísima carta de pre-sentación.
Paco, ¿siempre ha sido bueno para los deportes, verdad?, ¿cómo se inclinó por el tenis?
Bueno en mi infancia entre los herma-nos nos entreteníamos jugando, quebramos varios vidrios de la casa y nos ganamos regaños de mi mamá, pero ella fue la que siempre nos impulsó a hacer deporte, siempre fui bueno para el basquetbol, futbol y voleibol hasta fui seleccionado en las escuelas donde estudié. Cuando yo tenía unos 12 años mis papás se hicieron socios del Club El Picacho y allí sólo se practicaba tenis en sus inicios, allí aprendí primero observando y luego con los entrenadores que llegaron a enseñarnos y me encantó.
Por qué se fue por el deporte y no ejercer la ingeniería civil para lo que también se preparó en la UAA?
Mira, pues terminé mi carrera porque era un requisito que mi padre me puso cuando yo le dije que quería dedicarme al tenis, yo tendría unos 16 años cuan-do en el Club La Herradura me dieron oportunidad de jugar y me contrataron medio turno para entrenar a su equipo infantil, para entonces ya estaba apa-sionado por este deporte. Recuerdo que mi papá me puso los pies sobre la tierra y me advirtió que mientras vi-viera en la casa familiar mi trabajo era estudiar y que veía bien que ya me pa-garan por hacer algo que me gustaba, pero que de mi vida profesional podría hacer lo que quisiera hasta que tuviera un título universitario. Estudié ingeniería civil y el día que me entregaron mi carta de pasante me urgía entregársela a mi papá, entre lágrimas la recibió y me felicitó, me dijo que su sueño se lo había cumplido, que ahora tenía que ir por el mío. Al siguiente día fui al Club Raqueta La Herradura y firmé mi con-trato de trabajo completo como entre-nador y de ahí para acá, esto ha sido mi vida, es mi pasión.
¿Nos puede compartir algunas de sus anécdotas?
Tengo un muy grato recuerdo de muchos personajes públicos con los que he jugado, a los que he entrenado y con los que me une una amistad gracias
a este deporte, pero llevo conmigo la oportunidad de jugar con el gober-nador Miguel Ángel Barberena Vega, recuerdo que algún día nos convocaron a varios para que eligiera entrenador y al parecer a él le gustó jugar conmigo, siempre que él quería hacíamos equipo y también lo hizo con un gran amigo mío, Joel Sánchez. Me trató muy bien su familia y me encanta recordar que durante su sexenio jugamos juntos. Pero con cada jugador niño o adulto he pasado experiencias maravillosas y todas me llenan de orgullo y me han dejado grandes satisfacciones. Quisiera mencionar que fui entrenador personal de Lorena Villalobos, la mejor tenista que ha tenido Aguascalientes, ella salió del grupo de niños a los que forjé en El Campestre, fue campeona nacional de infantiles y juveniles, luego representó a México en muchos tor-neos internacionales.
Y de su carrera en el Club Campestre, ¿qué nos cuenta? Vemos que pasan niños, jóvenes y adultos, to-dos le saludan muy familiarmente.
Yo llegué al Campestre el 15 de abril de 1989 por invitación de don Ángel Talamantes, que en ese entonces era presi-dente del Club y le debo a él mi llegada y siempre le estaré agradecido, aparte de invitarme a ser director de Tenis, y el principal encargo que me hizo fue crear la Escuela de Tenis para Niños, considerando que los pequeños serían los socios del futuro de este club y por lo tanto el gusto por el deporte blanco tendría una continuidad. Hicimos la escuela y tuvimos muy buena partici-pación en torneos infantiles y juveniles, tanto nacionales como internacionales, esto gracias al excelente nivel que siempre se ha tenido.
¿Cómo es que llega al arbitraje local, nacional y ahora destacado en el tenis internacional?
Todo ha sido esfuerzo y dedicación, pasión por este deporte que me encanta, creo que cada vez he hecho un mejor trabajo, fui buen jugador y me considero buen entrenador. Quien me dio la oportunidad de prepararme como juez fue don Gregorio Román, él organiza-ba los torneos en El Campestre y tenía que contratar gente de fuera para que viniera a arbitrar, me propuso que me capacitara para ahorrarse parte de ese gasto.
El Campestre invirtió mucho en mí tanto en mis capacitaciones como entrenador como en mi preparación para el arbitraje, dime si no he de estar agradecido, pues logré mi certificación regional y nacional con el aval de la Fe-deración Internacional.
Hace 10 años fue mi primera incursión internacional y fue en Madrid, cuando legué mis compañeros me dijeron que si me cortaban no me preocupara, al cabo era mi primera salida internacional, pero cual fue la sorpresa, en esa primera experiencia fui elegido para ser juez de línea en la Final, imagínate mi emoción, se me salían las lágrimas.
Paco, sé que le gusta mucho entrenar a los niños, lo ha hecho con muchos, ¿qué enseñanza le han dejado?
Siempre he creído que el deporte de-bería ser inculcado en los niños, aplica la frase de que un cuerpo sano tendrá una mente sana y qué mejor que los chiquillos se desarrollen, tal vez no para que se dediquen al deporte profesional, pero sí los hace ser mejores seres humanos.
En la actualidad se compite mucho con la tecnología, pero para tener una salud física y disciplina, el deporte es impor-tante.
He tenido infinidad de alumnos, muchos ahora están casados y me saludan donde me ven con entusiasmo y respeto. Inclusive andando en otros países ha habido quienes se acercan y me recuerdan cuando fui su entrenador cuando eran niños, todo eso lo llevo en mi corazón.
¿Cómo se podría autocalificar?
Soy una persona de pocos amigos pero muy valiosos, no soy quien para hablar de mí, pero me gustaría que la gente me recuerde en vida y aun cuando me toque partir de este mundo como una persona honesta en mis principios, dedicada, disciplinada. Me gustaría que me recordaran como un entrenador que ayudó a la vida deportiva y formar mejores seres humanos, buenas perso-nas. Creo que he sido buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen entrena-dor y juez de línea, pero esto ha sido en reciprocidad a las tantas oportunidades que se me han dado en la vida para seguir mi vocación.
Por ahora mi única preocupación es mi madre con la que vivo, ella es mi princi-pal fan siempre que salgo al extranjero le digo al rato vengo, espérame, ella es mi motor y a ella van dedicados todos mis triunfos.