CIUDAD DE MÉXICO, marzo 21 (EL UNIVERSAL).- Luego del secuestro de cuatro estadounidenses, el pasado 3 de marzo, en Matamoros, Tamaulipas, madres de familia en Estados Unidos han alzado la voz para expresar su angustia porque sus hijos también desaparecieron en México, y claman ayuda para localizarlos.
Jeannette Cerecer Ruiz vio por última vez a su hijo Ernesto Garnica Jr. hace casi seis años, en la celebración de su cumpleaños 23, justo al otro lado de la frontera mexicana de su casa en Brownsville, Texas.
Su camioneta Jeep Liberty 2011 calcinada fue encontrada días después en un rancho junto a una carretera de México que conecta Matamoros y la vecina Río Bravo. Un cuerpo fue encontrado en el interior, y días más tarde, las cuentas bancarias de Ernesto fueron vaciadas.
Ruiz está convencida de que su hijo fue secuestrado, al igual que los cuatro estadounidenses de Matamoros, de los que dos fueron asesinados y dos rescatados tras una operación a gran escala llevada a cabo por las autoridades mexicanas. El Cártel del Golfo, señalado de estar detrás de los secuestros, entregó a algunos de sus miembros, señalándolos de ser los responsables.
Pero la celeridad que se vio en este caso no se ha aplicado en otros: de acuerdo con medios de prensa de Estados Unidos, unos 550 ciudadanos estadounidenses desaparecieron en México -el Departamento estadounidense de Estado no quiso confirmar la cifra-.
Garnica, que nació en 1994 en Long Beach, California, trabajaba en una empresa que atendía a niños inmigrantes en Los Fresnos, Texas.
Cruzar la frontera, como para muchos de los residentes a lo largo del Río Grande, era rutina, así que cuando fue a Matamoros para su cumpleaños, no fue nada inusual.
«Nos abrazamos», dijo Ruiz al diario The New York Post a través de un traductor. «Y si hubiera sabido que iba a ser la última vez, nunca lo habría soltado».
A la mañana siguiente, el 31 de agosto de 2017, Garnica salió de casa de sus abuelos a las 4 de la madrugada con un amigo. Desde entonces no se le ha vuelto a ver. Un día después, Ruiz denunció su presunto secuestro a las autoridades mexicanas y estadounidenses.
«Fue -el secuestro- para obtener dinero», dijo Ruiz sobre su instinto. «Pero con el paso del tiempo, sé que se secuestra a jóvenes para convertirlos en víctimas de la trata de seres humanos, la esclavitud y el tráfico de órganos». El cadáver del coche nunca fue identificado, dijo.
Madres denuncian falta de avance en las investigaciones
Cuando Ruiz vio la intensa operación de rescate lanzada por las autoridades mexicanas tras el secuestro de los cuatro estadounidenses este mes, renovó su esperanza de que Ernesto también pudiera ser encontrado con vida. «Me sorprendió la rapidez», dijo Ruiz. «Agradecí que devolvieran a estas personas a casa, pero me pregunté por qué las autoridades se preocupaban por ellos y no por mi hijo Ernesto. Lo pienso y no encuentro cuál es la diferencia».
Ruiz se siente frustrada por la falta de avances en el caso de su hijo. «En el FBI de Brownsville, Texas, siempre me han dicho que México tiene que solicitar su intervención y el ministerio público que está a cargo de la investigación en México dice que el FBI sólo interviene en asuntos de seguridad nacional», dijo.
El portavoz de la policía de Brownsville, Martin Sandoval, dijo que había remitido el caso a Aduanas y Protección Fronteriza, así como al FBI. «Hay algunas menciones de que su información fue utilizada en México y las autoridades mexicanas están investigando ese aspecto, ya que ocurrió en México», dijo Sandoval al Post. «Nuestro informe de persona desaparecida sigue activo y su información se ha introducido en la base de datos nacional desde el día en que se denunció su desaparición».
Al igual que Ruiz, Lisa Torres vio por última vez a su hijo Robert, de 21 años, residente de Pasadena, Houston, en 2017. Él viajó a Nuevo León, pero nunca llegó a su destino.
Días después, Torres y su marido recibieron una llamada telefónica exigiendo un rescate de varios miles de dólares, que pagaron. Sin embargo, Robert no regresó y Torres decidió informar lo ocurrido tanto a las autoridades mexicanas como al FBI.
La pareja cree que pasó por territorio controlado por un cártel y fue secuestrado. «No apareció», dice Torres. «En algún momento entre el cruce de la frontera y su destino, seguro que pasó algo, y eso es lo que no sabemos.
«Siento que Robert fue abandonado por su gobierno, siendo él ciudadano estadounidense», dijo Torres a The Post. «Siento como si le hubieran dejado allí, en un país que no conoce. Robert no ha sido representado de ninguna manera, forma o manera». Lo compara con la rapidez con la que se movilizaron las autoridades en el caso Matamoros y su angustia crece.
Ahora, Torres, de 48 años, se dedica a buscar a Robert, al frente de «Estadounidenses desaparecidos en México», una página de Facebook cuyo objetivo es reunir a ciudadanos estadounidenses desaparecidos con sus seres queridos. «No sé por qué ha sido distinto, es lo que quiero saber. ¿Por qué no se le ha dado la misma respuesta? Me gustaría que alguien me lo dijera».
Un funcionario del Departamento de Estado dijo que «no había mayor prioridad» que ayudar a las familias de los estadounidenses desaparecidos.