Ciudad Juárez (México), 2 dic (EFE).- Un grupo de niños corretea por esa antigua nave industrial de Ciudad Juárez mientras los adultos reposan tumbados en el suelo a la espera de su fecha para ser atendidos por las autoridades migratorias estadounidenses.
El albergue «Leona Vicario» empezó a funcionar el 31 de julio pasado en Ciudad Juárez, en el norteño estado mexicano de Chihuahua y fronteriza con Estados Unidos.
Un espacio significativo dentro de este lugar es donde se ha pintado un mural con la bandera de México tendiéndo la mano a las insignias centroamericanas.
Dentro del recinto sobresale un mural que, en la parte inferior, tiene huellas de los primeros residentes del refugio, que en total ha albergado a más de 2.100 personas de diez nacionalidades distintas desde su inauguración.
Hoy en día acoge a más de 700 personas, muchas de ellas hondureños como Mirna Ramírez, que huyó de su país por las amenazas de las maras y por la difícil situación económica que padecía.
«El 12 de septiembre, cuando venía en camino, me hacen saber que mi hijo se cortó las venas debido a la crisis, al nivel de desesperación. En ese momento me sentí impotente, de no poder retroceder, porque ya había emprendido mi camino y no me basta más que seguir», relató este lunes a Efe Mirna.
En el lugar que antes era una fábrica de confección para el Ejército mexicano se ha instalado una cocina comunitaria para brindar alimento caliente.
Sobre todo en esta época de fuertes fríos en el norte de México, un clima al que la gente centroamericana no está acostumbrada.
Según Iván Jiménez, coordinador general de este centro, que es financiado principalmente por el Gobierno federal, las nacionalidades y problemáticas de las personas que han llegado en estos meses han ido cambiando de a poco.
Jiménez explicó a Efe que en una primera etapa se recibió sobre todo a migrantes que, tras ser atendidos por las autoridades migratorias estadounidenses, eran devueltos al país bajo el programa «Remain in México» (Permanecer en México) -durante un periodo que se alarga varios meses- hasta la cita con las autoridades.
Pero en las últimas semanas han llegado también mexicanos desplazados por la violencia, especialmente de estados como Michoacán o Guerrero.
«Aquí también recibimos a compañeros connacionales. Y, de hecho, la invitación sigue abierta hacia ellos. Por favor, vengan a albergarse aquí en el centro integrador. Hay servicios, hay atención médica, hay comida, hay cobijas, hay colchones, nos gustaría que estuvieran acá», dijo el coordinador.
A diferencia de otros centros de atención al migrante, en el albergue «Leona Vicario» se realizan las festividades tradicionales más famosas de los países de origen de los migrantes.
Ello para hacerles sentir al menos un poco el calor de hogar necesario a quienes se encuentran a kilómetros de los lugares donde crecieron, pero que por diferentes motivos tuvieron que dejar.
Conmovida hasta las lágrimas, la guatemalteca Lidia Cruz señaló a Efe que las nuevas políticas migratorias que se han implementado desde el mandato del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han afectado los procesos de asilo.
Aquí «hay muchos niños con necesidad, y queremos irnos para Estados Unidos. Nosotros íbamos a luchar a Estados Unidos, no vamos a hacerle daño a nadie y sí queremos irnos de aquí (Ciudad Juárez), porque estamos sufriendo mucho en este lugar», apuntó.
Este proceso de asilo continua para miles de personas que se encuentran varadas en Ciudad Juárez, pero, a decir de los migrantes, en algunos casos las autoridades migratorias estadounidenses han dado «citas falsas» en las cuales tras concederles un número, no vuelven a tener noticia de su proceso, y eso crea incertidumbre, denuncian.
A pesar de esto, los directivos del albergue han dado a conocer que un bajo porcentaje de emigrantes han desistido en su intento de entrar en EEUU, y muchos continúan en esta larga espera de lo que estiman será un futuro mejor.
Según cifras de la ONG Save the Children anunciadas a mediados de noviembre, desde enero de 2019 el Gobierno estadounidense ha devuelto a México a casi 70.000 solicitantes de asilo y migrantes bajo la política «Remain in México», de los que más de 13.000 son niños.
Desde octubre de 2018, miles de migrantes, en su mayoría centroamericanos, empezaron a cruzar en caravana México para llegar a EEUU.
A inicios de junio, Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo migratorio que evitó que el primer país impusiera aranceles a todos los productos provenientes del segundo.
A cambio, México envió a las fronteras norte y sur a la recién creada Guardia Nacional, lo que ha motivado una reducción de cerca del 60 % del flujo migratorio.