Nunca había visto tal cantidad de flores como los que adornaron los funerales de la señora Martha Eugenia Flores Lozano. La sala fue insuficiente para dar cupo a las decenas de coronas y arreglos flores que fueron enviados para honrar y despedir a la querida Marthita. Fue valiente y viajó con dignidad. Qué orgullo decir que fuimos amigos de ella. Su amigo del alma, Vicente Pérez Almanza, me narró que se despidió de ella días antes de que se durmiera. Planearon volverse a encontrar en otro plano. Una vida no les alcanzó para ser amigos. Se agradecieron y se recordaron lo mucho que se quisieron. Ella le pidió a él dirigir unas palabras de despedida en su funeral. Comparto con ustedes el escrito de Vicente:
“Querida Marthita: Me honraste con tu deseo de dirigirte unas palabras. Te agradezco esta petición. Siempre tan atenta hasta en el último deseo. Es fácil hablar de alguien que, cuando se piensa en ella, lo primero que llega a la mente es mucho amor y mucha alegría. ¡Que fácil ha sido quererte! Nos duele en el alma tu partida. Tenemos el corazón destrozado. Es un dolor que no calma nada. Qué orgullo poder decir que la esposa, la madre, la hija, la hermana, la amiga, fue valiente hasta el último suspiro. Hermosa Marthita, ya no sientes dolor. Tu cuerpo ha dejado de sufrir. Tu alma es libre. Estamos tristes. Han sido horas de frío y oscuridad. Dentro de esta tristeza estamos agradecidos. Agradecidos contigo, Hermosa Marthita. Agradecemos haber sido parte de tu vida. La tuya fue una vida espectacular y grandiosa. ¡Amabas vivir! Me resisto a hablar en tiempo pasado. Eres magia: Transformabas cualquier lugar y a cualquiera persona en algo más bonito. Eres bondad y nobleza: Compartías de lo tuyo para hacer sentir bien a los demás. Eres alegría: Todos la pasábamos muy bien contigo. Ya extrañamos tus bromas y buen humor. Eres amorosa: Esos actos de amor que confortaban al alma más herida. Eres una luz que nunca dejará de brillar. Difícilmente nuestros corazones volverán a latir de la forma en que lo hacían a tu lado. Dentro del agradecimiento, aceptamos la voluntad del señor. Así como lo hiciste tú. Eres un ejemplo de agradecimiento y aceptación. Hermosa Marthita, eres agradecida y digna hasta el final. ¡Qué hermosa vida la tuya! ¡Qué glorioso tu paso por este mundo! Amaste y eres amada. Te sentiste tan afortunada por haber conocido y estado con tu único y gran amor. Nuestro querido Don Roberto Muñoz, a quien amaste con todo tu corazón. Tu más grande preocupación es tu hijo. Viaja tranquila. Hiciste de tu amado Eduardo un hombre de principios y valores. Tu ejemplo de fortaleza y el amor que le has dado, le ayudarán a superar esta prueba. El amor hacia tus hermanas y hermanos te hizo sentir tan orgullosa de la familia que te vio nacer. Cuánto debió de extrañarte estos días tu mami. Ojalá y ya hayas conocido a papá. El día de hoy te decimos ¡GRACIAS! ¡GRACIAS! por tanto amor que nos has dado. ¡GRACIAS! por tantos momentos mágicos y divertidos. ¡GRACIAS! por demostrarnos que la lealtad y la amistad verdadera sí existen. El mayor homenaje que te podemos hacer, es vivir como tú. Vivir cada día como si fuera el último. Disfrutar de las cosas simples. Cantar y bailar siempre que podamos. Entender ¡que la vida es hoy! Vuela alto querida Marthita. Hoy te decimos hasta pronto. Y te despedimos como se despide a las grandes de los escenarios. De pie y con un enorme aplauso. Hasta pronto, hermosa Marthita”.