Los Ángeles, 28 ago (EFE News).- La memoria y el legado del periodista mexicano Rubén Salazar siguen vivos a cincuenta años de su muerte a manos de alguaciles de Los Ángeles, un deceso que todavía genera dudas y acentúa la polémica sobre la brutalidad policíaca contra las minorías en Estados Unidos.
Salazar murió el 29 de agosto de 1970 por un proyectil de gas lacrimógeno disparado por un oficial de la Policía de Los Ángeles (LASD) cuando estaba dentro de un bar del Este de la ciudad.
El periodista, de 42 años, se había refugiado en el lugar con otros colegas mientras cubría una multitudinaria manifestación, la mayor de su época en Los Ángeles, que reunió a mexicanos e inmigrantes contra la guerra de Vietnam y las iniquidades que sufría esta comunidad, y que fue dispersada con violencia por las autoridades.
¿FUE UNA EJECUCIÓN?
El profesor de la Universidad Estatal de California de Long Beach, Armando Vásquez Ramos, califica la muerte del periodista como una «ejecución», así sea en sentido figurado.
«Fue una ejecución porque con la muerte de Rubén Salazar se calló a la primera voz latina que estaba denunciando los abusos de la policía contra los mexicanos, los chicanos y los inmigrantes en esa época», dice a Efe Ramos.
El catedrático resalta el hecho de que Salazar pensaba que ese día lo estaban siguiendo, tras exponer en sus columnas en el periódico Los Angeles Times abusos de poder del LASD y el Departamento de Policía (LAPD).
Una de sus últimas columnas, «A Beautiful Sight: ‘The System Working The Way It Should'», publicada el 24 de julio de 1970, hablaba sobre la muerte de dos mexicanos a manos de siete oficiales del LAPD, texto que desató una notable controversia en la ciudad.
«Cuando un policía mata a un civil las cosas no están tan claras. Cuando hay una pregunta sobre el comportamiento del oficial en tal muerte, el caso a veces se entrega al gran jurado del condado, donde se maneja en secreto», cuestionaba Salazar en su columna.
Esta no era la primera vez que el periodista ahondaba sobre la brutalidad policíaca contra los mexicanos, el racismo, la inmigración y la identidad mexicana, entre otros. Estos temas se habían vuelto una constante que incluso le acarrearon problemas con el jefe del LAPD de la época, Ed Davis.
LA POLICIA ANGELINA, UNA FUERZA DE OCUPACIÓN
El profesor emérito de la Escuela Annenberg de Periodismo y Comunicaciones de la Universidad del Sur de California (USC), Félix Gutiérrez, explicó a Efe que para 1970 la Policía de Los Ángeles era una «fuerza de ocupación en muchos sentidos».
«Había una relación conflictiva, particularmente en 1970, cuando hubo enfrentamientos violentos entre la policía y la gente de nuestra comunidad, y asesinatos a manos de los agentes», abona.
A esto se sumaba que la fuerza era mayoritariamente blanca. Había muy pocos oficiales latinos y no había nadie en los organismos públicos que supervisaban a la policía dispuesto a ver esta situación, matiza Gutiérrez.
Philip Montez, director regional de la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos en ese momento y un confidente de Salazar, ha asegurado en varias entrevistas a medios locales que «al sistema no le gustó lo que el periodista estaba informando».
UN ICONO EN EL PERIODISMO LATINO EN EE.UU.
Fue precisamente esa necesidad de reportar sobre la injusticia social que los migrantes y sus familias vivían lo que lo convirtió en un icono y un héroe del periodismo latino en el país.
«Rubén Salazar fue el primer reportero para un diario notable en los Estados Unidos que escribió de mexicanos en el país no como una raza de brutos, sino como seres humanos», advirtió a Efe el periodista de Los Ángeles Times, Gustavo Arellano.
Nacido en Ciudad Juárez, Salazar tenía ocho meses cuando sus padres se mudaron a El Paso, donde asistió a escuelas públicas y a la Universidad de Texas, en El Paso.
Recibió una licenciatura en periodismo, y comenzó su carrera en El Paso Herald-Post, donde la profundidad de sus investigaciones lo hizo sobresalir.
En mayo de 1955 se hizo arrestar para pasar 25 horas en la cárcel de El Paso y escribir el artículo «I lived in a chamber of horrors» (Yo viví en una cámara de los horrores).
Tras ser el primer reportero latino del Herald-Post, se mudó a California donde fue contratado en 1959 por Los Angeles Times, y se convirtió en el primer corresponsal latino del periódico en el extranjero. Estuvo cubriendo la guerra de Vietnam y reportando desde Ciudad de México.
Desde ese momento llamó la atención de las autoridades. Según el documental «Rubén Salazar: Man in the Middle (2014)» el FBI lo tenía en la mira cuando estuvo en México.
Salazar también fue el primer columnista latino del LA Times, trabajo que alternaba en 1970 con la dirección del canal en español KMEX, actualmente Univision 34, donde también seguía su trabajo para exponer los problemas que acosaban a la comunidad.
En ese sentido Vásquez Ramos aclara que «Salazar no era un agitador sino una voz», que llamó la atención sobre la comunidad.
«Fue un pionero, las voces de protesta que hoy escuchamos contra la brutalidad de la policía y los atropellos de la Administración (del presidente Donald) Trump se han logrado porque gente como Salazar abrió el camino», puntualiza.
La muerte del periodista mexicano fue catalogada como un accidente. Por más de 40 años las autoridades LASD no dieron acceso público a la investigación.
En 2011, un informe de la Oficina de Revisión Independiente, que evaluó miles de páginas del expediente, encontró que los agentes cometieron una serie de errores tácticos, pero no hayaron evidencia de que lo atacasen intencionalmente.
Tras su muerte, el nombre de Rubén Salazar se ha mantenido por décadas a través de premios de periodismo, parques, bibliotecas y escuelas en California y la nación.
«Su influencia corre hasta este día, y seguirá por siglos», concluye Arellano.