Barcelona, España.- El hartazgo de Leo Messi en el Barcelona que le lleva ahora mismo a verse más fuera que dentro del club, según la emisora RAC1, recuerda a los momentos que vivió en la selección argentina después de caer eliminado en los octavos de final del Mundial 2018 y en la tanda de penaltis de la final de la Copa América 2016.
El sufrimiento para pasar de la fase de grupos y la derrota ante Francia, en Rusia, hicieron estallar una crisis en Argentina que se venía madurando desde tiempo atrás.
Javier Mascherano y Lucas Biglia optaron por retirarse de la selección, y Messi decidió tomarse un descanso y no participar en los siguientes encuentros.
Las alarmas se encendieron en Argentina hasta que el de Rosario dejó claro que su descanso era temporal y no definitivo. Finalmente, Lionel Scaloni lo pudo volver a convocar en la primavera de 2019 para preparar la Copa América que se disputaría ese verano.
Antes, en 2016, nada más perder la final de la Copa América ante Chile y con una cámara de televisión delante, Messi ya había anunciado su adiós de la selección a causa de la frustración por volver a quedarse a las puertas de un título. Además, él fue uno de los dos jugadores albicelestes que erró su penalti en la tanda decisiva.
En ese momento, le pudo la frustración por verse incapaz de empujar a Argentina a la gloria. «En el vestuario pensé que se terminó la selección para mí», sentenció.
El clamor popular de la afición albiceleste -aunque no unánime- pidiendo su vuelta y el poder de convicción del seleccionador Edgardo Bauza, quien viajó hasta Barcelona para mantener una charla con él para hacerle cambiar de opinión, fueron claves para que Messi rectificara su decisión y, un mes y medio más tarde, anunciara en un comunicado que seguiría jugando con el combinado sudamericano.
La prensa argentina desveló que hasta Mauricio Macri, el presidente del país, llamó por teléfono a Messi para hacerle replantear su decisión.
«Hay que arreglar muchas cosas de nuestro fútbol argentino, pero prefiero hacerlo desde dentro y no criticando desde fuera», decía una de las frases del comunicado del ’10’ del Barcelona y de Argentina en aquella ocasión.
Hace tiempo que se acabó la época en la que el Barcelona era un paraíso de tranquilidad para Messi, quien, en cambio, vivía cada convocatoria con Argentina como una aventura en la que se mezclaban el amor a su país con la presión acumulada por no conseguir llevarlo a los títulos como hizo Diego Armando Maradona.
A ellos se añadían las críticas a su compromiso y su rendimiento, los cuales en su tierra natal se consideraban inferiores a los que ofrecía en el conjunto azulgrana.
La incapacidad para lograr una nueva Liga de Campeones en los últimos años de un club sumido ahora en una crisis institucional, económica y deportiva, llegó a su punto culminante con la bochornosa derrota por 2-8 ante el Bayern de Múnich.
Este ha sido uno de los principales motivos por los cuales Messi expresó su posibilidad de marcharse del Barça después de la reunión que mantuvo con el nuevo entrenador, Ronald Koeman.
Pero no es el único. La sucesión de acontecimientos extradeportivos y deportivos que han tenido lugar en el la entidad azulgrana desde enero, como la llegada de Quique Setién, la crisis de las redes sociales o la crítica de algunos jugadores (sin dar nombres) por parte de Éric Abidal para explicar la marcha de Ernesto Valverde no sentaron nada bien a Messi.