Chicago (IL), 8 mar (EFE News).- El mexicano Lucio Delgado tiene 23 años y es ciego de nacimiento, lo que no ha sido problema para estudiar y prepararse para ser profesor de Inglés como Segundo Idioma (ESL, en inglés) y así ayudar a otros inmigrantes como él.
«Estudio en un colegio comunitario y trabajo en la granja de mis padres, porque quiero ser útil, pero Inmigración me la ha puesto difícil», dijo a Efe, en alusión a los obstáculos que ha enfrentado para convertirse en ciudadano.
Dos veces rindió el examen de ciudadanía en Chicago (los días 21 de mayo y 17 de septiembre de 2019), y en ambas oportunidades obtuvo excelente puntaje en la parte oral, pero no pudo completar las exigencias de lectura en inglés porque es ciego y el texto que le presentaron no estaba en Braille.
Aunque en la solicitud de ciudadanía figura que Delgado es legalmente ciego y necesita ayuda, y lo mismo dicen su identificación emitida por el estado de Illinois y el certificado que adjuntó de un optometrista, los funcionarios del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) insistieron con la lectura.
En la primera ocasión le ofrecieron agrandar las letras del texto, y en la segunda le dijeron que la lectura podría obviarse con la certificación de un oftalmólogo.
«Letra grande o chica no importa, no puedo leer lo que no veo», alega Delgado, quien no tenía seguro médico ni dinero para pagar los servicios del especialista sugerido.
USCIS le envió una carta el mes pasado donde lamenta que la prueba de naturalización haya sido invalidada, porque «usted no logró el puntaje necesario en el apartado de lectura».
«Es obvio que aquí hubo una mezcla de burocracia e ineptitud» de parte de la agencia, dijo el hispano.
«Habría bastado con pedirle a alguien especializado que transcribiera en minutos la frase al Braille, y todo esto pudo haberse evitado», señaló.
El joven sufre de nacimiento de retinopatía prematura, una enfermedad que no permite el desarrollo de la retina.
Según explicó, al nacer prematuro en México los médicos no le protegieron los ojos en la incubadora y la luz le dañó la retina y la córnea, irremediablemente.
No obstante, la ceguera no le ha impedido trabajar desde que llegó a Estados Unidos hace seis años.
En una pequeña granja familiar ubicada en Pembroke Township, Illinois, ordeña y recoge huevos en el verano, y en invierno se encarga de alimentar a los animales junto a sus hermanas.
Su madre hace quesos que se venden a los vecinos, así como los huevos por docena. «Vivimos de lo que producimos», revela.
A pesar de la carta de USCIS Delgado no se dio por vencido y decidió hacer conocer su historia a los medios de prensa, entre ellos al Washington Post, que escribió extensamente sobre este problema y los que enfrentan otros inmigrantes con discapacidades que desean naturalizarse.
La repercusión fue tal que Delgado comenzó a recibir las respuestas y atención que no había logrado antes de parte de la agencia federal.
En una llamada telefónica le informaron que la falta de pruebas de lectura en Braille se había solucionado en noviembre pasado, y pidieron que fijara una nueva fecha para rendir el examen por tercera vez, que será el 13 de marzo.
«Espero que la tercera sea la vencida», dijo.