Atlanta (GA), 4 may (EFE News).- Antonio Ríos se encuentra en el epicentro de un nuevo foco de coronavirus, en la primera línea de combate contra la pandemia en una ciudad del norte de Georgia donde la mayoría de los afectados son hispanos, muchos de ellos trabajadores de la industria más importante de la zona, la avícola.
Y es que el mexicano de 54 años comanda un batallón de decenas de médicos que libran la batalla contra el COVID-19 en Gainesville, conocida como la «capital del pollo», por las numerosas granjas y plantas procesadoras que operan en esta zona, donde el número de casos del virus ha aumentando de manera desproporcionada en comparación con el resto del estado.
Ríos es uno de los dos directores médicos de Northeast Georgia Physicians Group, una organización integrada por unos 400 profesionales de la salud, y ha visto de primera mano cómo el coronavirus está azotando especialmente a la comunidad latina, que representa más de un 30 por ciento de la población total del condado de Hall, donde se encuentra Gainesville.
«Hemos visto que aproximadamente la mitad de nuestros pacientes son hispanos y los hispanos constituyen un tercio de la población», dijo el médico a Efe.
Según los últimos datos del Departamento de Salud Pública de Georgia, en el condado de Hall había más de 1.400 casos confirmados de coronavirus, un 56 % de ellos hispanos, así como una veintena de muertos y unas 200 hospitalizaciones.
Del total de contagios, se reporta que cerca de 400 son trabajadores de las llamadas «polleras».
¿POR QUÉ SE ESTÁN ENFERMANDO MÁS LOS HISPANOS?
El especialista en medicina interna y originario de Ciudad de México considera que la falta de acceso a información confiable sobre el COVID-19 podría ser uno de los factores que está contribuyendo a que la comunidad hispana de la zona sea una de las más afectadas por el virus.
«No toda la gente tiene la habilidad de tener teléfono, internet o televisión donde puedan escuchar los mensajes que se divulgan día a día», sostuvo Ríos.
De acuerdo con el doctor mexicano, otros en la comunidad posiblemente ponen en duda la fiabilidad de la información que reciben y no comprenden que la situación es seria: «Muchos viven cheque a cheque y entonces dejar de trabajar pone un estrés increíble en la situación familiar».
«Otro aspecto que hay que considerar es que hay hogares donde vive más de una familia, hay hogares donde viven abuelos, padres, hijos nietos, todos bajo el mismo techo, y si hay alguien que sale positivo, lo otros se van a contagiar», manifestó.
Ríos se ha convertido en una importante figura en Gainesville, donde llegó hace 22 años luego de terminar su residencia en Medicina Interna en la Universidad de Emory, en Atlanta, y participa en los múltiples esfuerzos que se llevan a cabo para ayudar, informar y educar a los hispanos.
El padre de tres, que se graduó de medicina en la Universidad de La Salle, en México, colabora activamente con Good News, la mayor clínica gratuita de Georgia, donde se brinda asistencia a pacientes sin seguro médico o que no tienen acceso a servicios de salud, los cuales constituyen una parte importante de la población hispana, en su mayoría indocumentada.
«También estoy actualmente involucrado con el Departamento de Salud local, soy el presidente de la junta de esta entidad, y pertenezco al grupo estatal Georgia Board of Health Care Workforce, del cual también soy presidente de la junta, y la meta de este comité es cómo mejorar la salud a nivel rural», aseguró.
Además, el médico mexicano está trabajando con organizaciones locales como la Alianza Hispana y líderes comunitarios para hacer llegar el mensaje de prevención en español y apoyar a la comunidad de diversas maneras durante esta pandemia.
«Hemos tenido mucha suerte en colaborar con agencias como la Alianza Hispana, con gente que sabe el poder de las redes sociales, para hacer poder llegar el mensaje a nuestra comunidad y creo que esto ha sido una arma muy poderosa», manifestó Ríos.
Estados Unidos es el foco global de la pandemia del coronavirus, con más de 1,1 millones de casos de los que más de 67.000 han sido letales, según la Universidad de Johns Hopkins.