México, 9 oct (EFE).- Entre lágrimas de dolor por su partida y de alegría por tener, por fin, la oportunidad de despedirlo, miles de fanáticos dieron el adiós y reclamaron este miércoles como patrimonio nacional a José José desde la capital mexicana, a donde llegaron la mitad de las cenizas del cantante.
«Sí se pudo» y «José José es de México» fueron las consignas más populares entre sus admiradores, quienes siguieron el recorrido oficial del artista, que comenzó con un homenaje en el insigne Palacio de Bellas Artes, incluyó una misa en la Basílica de Guadalupe y un concierto en la colonia (barrio) Clavería, donde vivió, para finalmente ser enterrado en el Panteón Francés.
Vanessa Velasco, directora de la Escuela de Mariachi Ollin Yoliztli de la Plaza Garibaldi, comentó que el Príncipe de la Canción es «uno de los iconos más grandes que hay en la música del país» por la calidad de su interpretación y su voz, por lo que es «muy importante mantener vivo su legado».
«Es muy merecido (el homenaje). Hubiera sido una falta muy tremenda, tanto para el pueblo como para el ámbito musical, no tenerlo. Finalmente, hoy en día podemos tener este homenaje muy merecido», expresó a Efe Velasco, quien estuvo con su conjunto en Bellas Artes y frente a la estatua del cantante.
José José, quien vendió cerca de 100 millones de discos durante más de 50 años de carrera, murió a los 71 años el 28 de septiembre de un cáncer de páncreas en Miami, pero los días sucesivos a su fallecimiento desataron una disputa de José Joel y Marysol con su media hermana Sara por ver dónde terminarían los restos de su padre.
Después de un pleito mediático y la intervención del Consulado de México en Miami, los hijos acordaron dejar la mitad de las cenizas con Sara y su madre en Florida, y la otra parte en el Panteón Francés al norte de la capital mexicana, donde se enterraron este miércoles en una ceremonia privada al final de los homenajes.
Fanáticos entrevistados por Efe relataron que acompañaron el féretro del cantante desde su llegada al Palacio de Bellas Artes, reservado para honrar a las más destacadas personalidades mexicanas, y que seguirían el recorrido hasta que cerraran las puertas del Panteón Francés.
Los seguidores de José José, como el profesor de mariachi Erick Castro, argumentaron a Efe que «los mexicanos merecían este homenaje» por la influencia que el intérprete ha tenido en varias generaciones de músicos.
«Es una gran pérdida. Un gran cantante. La mejor voz que ha tenido México. Lo admiran los mismos cantantes de música mexicana. Lo admiramos inmensamente. Es una pérdida sensible», manifestó Castro.
El fervor por el artista tuvo tintes religiosos frente a la Basílica de Guadalupe, uno de los recintos católicos más emblemáticos del país, y donde el fallecido cantante tenía como uno de sus últimos deseos despedirse del «pueblo mexicano».
Ahí, sus fanáticos lo recibieron con «La Guadalupana», música dedicada a la Virgen de Guadalupe, además de los temas más icónicos del intérprete como «Amar y querer», «El triste» y «Lo pasado pasado».
Como si fuese un santo, los admiradores llevaban estampas, fotografías de cuerpo completo y estandartes con la imagen del cantante, también presente en la mercancía de cientos de comerciantes ambulantes que vendían ropa, tazas y carteles del intérprete.
Aunque predominaban personas mayores, la trascendencia generacional de José José se reflejó en jóvenes como Jesús Leal Alonso, de 27 años, quien interpreta sus canciones en un canal de YouTube por considerar que su «pasión y sentimiento son inigualables» y reflejan el sentir de los mexicanos.
«Al mismo tiempo siento bonito y al mismo tiempo siento feo. Porque yo la verdad siempre lo quise ver en vivo, pero nunca se dio la oportunidad, él no estaba. Ahora es bonito porque es el último adiós», mencionó frente al santuario guadalupano.