México, 29 oct (EFE).- Los agricultores mexicanos cultivaron un total de 6.377 hectáreas de flores típicas de los festejos del Día de Muertos, por lo que el abastecimiento está garantizado, informó este martes la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
«En el año agrícola 2019 se estima fueron cultivadas 6.377 hectáreas de las cuatro especies (cempasúchil, nube, crisantemo y terciopelo) y las principales entidades productoras fueron el Estado de México, Puebla, Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, San Luis Potosí, Morelos, Oaxaca, Ciudad de México y Durango», informó el organismo en un boletín.
La flor de cempasúchil, de un brillante naranja y que solo florece en esta época, registró una siembra de 2.561 hectáreas, el equivalente a 2,3 millones de plantas y 21.380 toneladas.
El cempasúchil es una flor perteneciente a la familia compositae y al género tagetes, que es endémico del continente americano y se compone de 58 especies, de las cuales 35 habitan en México.
Se produce principalmente en 20 municipios correspondientes a los estados de México, Puebla, Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, San Luis Potosí, Morelos, Oaxaca, Ciudad de México y Durango,
Con respecto a la flor de terciopelo, se tiene una producción prevista de 798.889 manojos, principalmente en Puebla, Estado de México, Guerrero, Morelos y Guanajuato.
El crisantemo se cultiva en 2.675 hectáreas, siendo el Estado de México el principal productor.
Mientras que la flor de nube, según el boletín, es también utilizada en la conmemoración del Día de Muertos y registra una producción en 995 hectáreas y alrededor de 829.000 plantas.
El año pasado se registró una superficie de seis 6.419 hectáreas de los cuatro cultivos (zempoalxóchitl, terciopelo, crisantemo y nube), una cifra muy similar a la de este año.
El Día de Muertos se celebra en México desde antes de la llegada de los españoles, pero con la llegada de estos la fiesta se hizo mestiza y sumó nuevos elementos y significados católicos.
La celebración tiene lugar el 1 y 2 de noviembre, aunque normalmente comienza ya la noche del 31 de octubre cuando se encienden las primeras veladoras para recibir a los infantes fallecidos.