Tapachula (México), 28 may (EFE).- Migrantes centroamericanos deambulan por las calles de Tapachula, en el sureste de México, donde han quedado a la deriva debido a la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, exponiéndose a contagios y en una grave situación.
En este municipio del empobrecido estado de Chiapas, los principales albergues para personas provenientes en su mayoría de Honduras, EL Salvador y Guatemala tomaron la medida de suspender temporalmente nuevos ingresos a sus instalaciones desde finales de marzo para evitar hacinamiento y contagios del COVID-19.
Esta decisión dejó desamparados a estos extranjeros, que se suman a los centenares que estos días continúan varados en Tapachula esperando resolver sus trámites migratorios, o proseguir hacia el norte.
«La estamos pasando bien mal, no tenemos donde dormir, no tenemos nada que comer y hay varios compatriotas de Honduras y El Salvador que piden una ayuda para todos los migrantes» dijo este jueves a EFE Alberto García, un migrante de El Salvador.
El albergue Belén es uno de los lugares de descanso cercano a la frontera sur entre México y Guatemala.
Este lugar ubicado en las afueras de Tapachula, a unos 40 kilómetros de la frontera, cerró sus puertas a los migrantes, porque no tienen las condiciones sanitarias, ni han recibido apoyo de los gobiernos para prepararse y albergar a tantas personas.
En los alrededores de este hospedaje un grupo de 30 migrantes de Centroamérica, principalmente, utiliza la sombra de un árbol de mango como refugio para pasar los días del coronavirus, ya que desde hace un mes le han negado el acceso al albergue.
Eduardo Méndez, un migrante de Honduras que viaja con su familia, relató que la pandemia del coronavirus los ha dejado estancados, además de que no cuentan con oportunidades laborales para los extranjeros.
«(Sin) los papeles no podemos hacer nada, porque los tienen ‘afrizados’ (retenidos), no podemos hacer nada y movernos a otro lado», lamentó Eduardo.
VECINOS INCONFORMES
Los vecinos cercanos a la colonia (barrio) San Antonio Cahoacan, ubicada a un costado del albergue Belén, denunciaron que los migrantes realizan sus necesidades fisiológicas en la vía pública, duermen en la calle y ahora hay entre 25 y 30 personas que duermen bajo un árbol a unos cuantos metros del albergue.
«Esta situación es inhumana. Yo creo que no es permisible, que un ser humano sea tratado de esa forma, cuando ha sido invitado o se le ha permitido entrar al país», dijo la vecina Anaya Interiano.
Otros pobladores de esta ciudad fronteriza mostraron otro tipo de descontento, alegando que en la noche los migrantes consumen bebidas alcohólicas y han generado algún tipo de altercado.
Alfredo Cruz, vecino del mismo barrio, señaló la paradoja que mientras que a la población mexicana se le ha exigido quedarse en casa, estos migrantes desamparados pueden contagiarse porque no cuentan con ninguna medida sanitaria, como gel antibacterial o cubrebocas.
Por ello, la mayoría de habitantes de este barrio de Tapachula hicieron un llamado al Instituto Nacional de Migración (INM) para que proporcione todos apoyos necesarios a la comunidad migrante.
PIDEN AYUDA HUMANITARIA
Los migrantes que han quedado fuera de los albergues apenas reciben apoyo y distraen el hambre con peces, cangrejos -que atrapen de un arroyo- así como fríjoles y huevos, que cocinan en un improvisado asador elaborado con piedras y varillas.
María Claros, migrante de Honduras, suplicó a la población mexicana que les donen algunos víveres, ropa, suéteres y agua para poder afrontar la pandemia del coronavirus, que suma en México 78.023 casos y 8.597 fallecidos.
«Comida, pollo, ropa para los niños y para nosotros porque vienen la temporada de lluvias no tenemos como abrigarnos cuando llueve», pidió.
Entre los grupos de migrantes que se mantienen en las calles en busca de trabajo y un lugar donde vivir, también hay niños que requieren atención médica y alimentos.
En México, la migración aumentó desde octubre de 2018, cuando caravanas con miles de migrantes centroamericanos comenzaron a ingresar al país para llegar a Estados Unidos.
En junio de 2019, ambos países llegaron a un acuerdo y México desplegó miles de agentes de seguridad para vigilar sus fronteras.
En enero pasado, hubo varios intentos infructuosos de cruzar desde Guatemala a México en caravana.
Desde que empezó la pandemia de coronavirus en México se han producido motines en algunos centros migratorios por falta de condiciones.