Reynosa/Tijuana (México), 24 dic (EFE).- Los migrantes que llevan meses varados en la frontera norte de México enfrentan la Navidad en esta región a menudo peligrosa con nostalgia y la ilusión de ver cumplido en 2020 su sueño americano.
«Es el primer año que he pasado lejos de mi familia, se siente mucho dolor, todas las noches me pongo a llorar echando de menos a la familia. Esto nunca me había pasado, el salir fuera del país y dejar la familia así. Nunca, siempre todas las navidades habíamos estado juntos toda mi familia», comentó a Efe con tristeza el migrante cubano Jorge Luis Pérez, quien lleva 7 meses fuera de su hogar.
Alrededor de 400 migrantes se hospedan en el albergue Senda de Vida, en las orillas del Río Bravo y a escaso 1 kilómetro del puente internacional Reynosa-Hidalgo (Texas).
Y aquí, lejos del seno familiar y en uno de los municipios más peligrosos de la frontera, pasarán la Navidad y recibirán el Año Nuevo.
Estos mismos sentimientos son compartidos por miles de migrantes que dejaron su país y a sus seres queridos con tal de llegar a su meta, alcanzar y vivir en carne propia el llamado sueño americano.
«Es la primera Navidad que no voy a estar con ellos, estoy triste, pero es la situación que me hizo salir de mi país para pedir refugio», dijo la venezolana Saritza Pacheco, que desde hace 5 meses huyo de la violencia, carencia y falta de oportunidades que hay en su país.
Saritza tiene el próximo 31 de enero del 2020 su tercera cita en una Corte de Estados Unidos, donde espera ser aceptada para radicar en el país legalmente.
En Senda de Vida, al que solo el cauce natural del Río Bravo lo separa de Estados Unidos, todos esperan su turno para ser escuchados por un juez en una corte estadounidense, quien evaluará su petición de asilo.
Los miles de kilómetros que alejan a los migrantes de su hogar les llevan inevitablemente a recordar con emoción las celebraciones navideñas sus países de origen.
«Escuchábamos música, hacíamos varias fiestas para los niños, nos dábamos traguitos de vino, asábamos un puerco, pollo, pavo, lo que fuera», explicó con una sonrisa el cubano Jorge Luis Pérez.
LA SOLIDARIDAD NAVIDEÑA
Con el apoyo de personas altruistas de ambos países, los migrantes reciben en estas fechas comida, ropa y juguetes para ellos y sus hijos.
«Queremos que se involucren en todo esto que está pasando, que los pensamientos negativos le alejen, hay que aplicar pensamientos positivos para seguir adelante y darle ánimo a toda esta gente», aseveró el director de Senda de Vida, Héctor Silva.
Estar juntos y en familia es el mayor propósito para 2020 de la mayoría de migrantes.
«Yo voy a llegar a mi meta, los Estados Unidos. Y ellos van a estar al lado mío», aseguró Jorge Luis Pérez, en un mensaje destinado a sus parientes de Cuba.
«Los amo con todo mi corazón. Pronto nos vamos a ver, pero en un mejor país, con un mejor gobierno», expresó convencida la cubana Jessy Acevedo Rodríguez.
En Tijuana, en el noroccidental estado de Baja California, la situación de los migrantes es muy parecida y este 24 de diciembre fueron beneficiados por la entrega de sándwiches y regalos por parte de una organización de jóvenes estadounidenses.
Andrés, un joven originario de Los Ángeles, California, hijo de padres salvadoreños migrantes, señaló que se ha sumado a este movimiento desde hace unos meses ya que comprende lo difícil de la migración.
«Vengo a contribuir con mi grano de arena, creo que es necesario y justo», señaló a Efe Andrés.
La entrega de comida y obsequios fue realizada en una de las garitas internacionales que separan ambos países.
En territorio mexicano se concentraron decenas de migrantes y deportados deseosos de estos sencillos pero atentos obsequios.
Eduardo es de los pocos que, por temor a represalias, hoy en día quiere dar declaraciones a la prensa en Tijuana. Él es de Centroamérica y lleva seis meses en esta fronteriza ciudad esperando finalmente cruzar la frontera y vivir el llamado sueño americano.
En esta temporada de invierno en Baja California, los centroamericanos se han tenido que enfrentar a bajas temperaturas y fuertes lluvias traídas por diversas tormentas invernales.
A las condiciones climáticas adversas se les ha sumado además la ola de violencia que padece la ciudad, y que también se ha ensañado con los migrantes.
Uno de los casos más recientes involucraron a un joven que trabajaba en una pizzería en la zona norte de la ciudad y luego de una noche de copas y discutir aparentemente con una mujer, apareció días después en maletas y desmembrado.
Tras conocerse el caso, su esposa señaló que ya estaban en proceso de trámite de su asilo político con Estados Unidos.
Sin embargo, fueron retornados y pese a las advertencias que ellos hicieron a las autoridades de Estados Unidos sobre la violencia en México, tuvieron que esperar la respuesta en este lado de la frontera.
Desde octubre de 2018 miles de migrantes, en su mayoría centroamericanos, empezaron a cruzar en caravana México para llegar a Estados Unidos.
A inicios de junio, Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo migratorio que evitó que el primer país impusiera aranceles a todos los productos provenientes del segundo.
A raíz de ello, México envió a las fronteras norte y sur a la recién creada Guardia Nacional, lo que ha provocado una reducción de cerca del 60 % del flujo migratorio.