CIUDAD DE MÉXICO, agosto 27 (EL UNIVERSAL).- Mónica, dice que nunca podrá superar el dolor que le causó la muerte de Xóchitl, quien murió en 2019 víctima de cáncer por el que terminó sin una pierna y el ojo derecho.
Tenía escasos 13 años y cursaba el primer grado de secundaria. Según su madre, era niña feliz, alegre y estudiosa.
Era la única hija y la menor de sus dos hermanos. Y siempre acompañaba a Mónica a todos lados, ya sea al mercado o para comprar la mercancía que Mónica vende afuera de una secundaria.
Hasta que llegó la tragedia acompañada del diagnóstico de cáncer.
Xóchitl tuvo que dejar la escuela y dejar de salir con sus amigas de la calle donde vivía. Y vino el tortuoso ir y venir para ser atendida y tratada de esa enfermedad.
Y llegó al Hospital Federico Gómez, donde la comenzaron a tratar.
Cuenta Mónica que al principio del tratamiento de su hija, no faltaron los medicamentos ni las quimioterapias. Bastaron unos cuantos meses para que comenzaran a faltar. Primero fue uno, luego dos y después más.
Recuerda Mónica que no tuvo remedio más que comprar los fármacos que requería Xóchitl. Cuenta que «unas veces pagaba cinco mil pesos y otras que desembolsaba un poco más. Estábamos jugando una carrera contra la muerte, pero finalmente nos ganó»
Pero hubo ocasiones que lo que sacaba de sus ventas, no le alcanzaba para adquirir los medicamentos. Y tuvo que atenerse al referido hospital… y al desabasto.
«Aún siento rabia y mucha pero mucha impotencia porque sé que si no hubiera habido desabasto de medicamentos y de quimioterapias, mi Xóchitl estaría conmigo y hubiera celebrado esa fiesta de 15 años con la que soñaba desde pequeñita», comenta.