El partido del presidente Andrés Manuel López Obrador vive momentos complicados que difícilmente podrá superar.
El problema es porque en Morena, su plataforma política, no se ponen, ni se pondrán, de acuerdo para elegir a su nuevo dirigente nacional.
Hace un par de semanas el mismo jefe del Ejecutivo se despojó, metafóricamente hablando, de la investidura presidencial, para dar un jalón de orejas a los involucrados en las amañadas elecciones para elegir al nuevo presidente del Movimiento de Regeneración Nacional, y fue lapidario en su mensaje: “…es mucho pueblo para tan poco dirigente, no hay dirección y hay un desbarajuste”, y exhortó, fiel a su estilo, a mandar al carajo el oportunismo y la antigua forma de hacer política.
Pero parece que su mensaje no caló hondo, y ahora se viven horas complicadas que llegaron incluso al Instituto Nacional Electoral, que tuvo que cargar a cuestas con la organización de la consulta pública donde se elegiría al dirigente.
Cuando se creía que todo estaba arreglado para que tomara las riendas del partido Mario Delgado, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política en la Cámara de Diputados, surgió otro contendiente: Porfirio Muñoz Ledo, quien de sus trabucos levantó la mano.
Mario creía tenerlas todas para sí, tenía planchado un acuerdo para que sin fricciones fuera electo dirigente, pero no contaba con que el viejo lobo de mar de la política, como es Muñoz Ledo, quien casi con 90 años a cuestas y combativo como siempre ha sido, decidió pelear la dirigencia.
Y el que pasa un trago amargo, sin duda, es el presidente de México, quien se está viendo rebasado porque un nonagenario político se la aplicó y al igual que él lo hizo en las elecciones del 2006, se declaró presidente legítimo, como el mismo López Obrador lo hizo al perder las elecciones ante su acérrimo rival Felipe Calderón Hinojosa, a quien entre paréntesis no ha perdonado y que ahora es objetivo de sus venganzas políticas.
Y don Porfirio, con sus muchos años en sus espaldas puso de cabeza a todo mundo, pues dio el sabadazo y se declaró presidente legítimo de Regeneración Nacional, convocando a sus seguidores a acudir hoy a su toma de protesta.
Y se vino la hecatombe para los morenos, que con sus protestas que llegaron a las Cámaras legisladoras, enseñan una amplísima fractura en el partido que llevó al presidente López Obrador al poder.
Hoy seguramente vendrá el control de daños, los desmentidos y las falsas muestras de unidad que, ya se sabe, son de dientes para afuera porque todo mundo sabe que esto va a dar más cuerda.
Esto está que arde.