San Sebastián, 18 sep (EFE).- El prestigioso director de cine mexicano Michel Franco abre hoy la Sección Perlak del 68 Zinemaldia con «New Order», la cinta que le valió el segundo galardón más importante del último Festival de Cine de Venecia, y su «aporte» al mundo «para salir del ayuno fílmico y cultural».
«Echar a andar la maquinaria nuevamente no es fácil ni inmediato, pero hay que hacerlo», ha considerado Franco, en unas declaraciones realizadas a Efe tras recibir en Venecia el León de Plata por esta durísima distopía sobre la desigualdad, que ha sido despedida «tragando saliva» por el aforo (al 60 %) que llenaba el Teatro Victoria Eugenia.
Ese «Nuevo orden» del que habla el mexicano es un relato demoledor, por lo realista de la distopía, y por lo próximas que se perciben las brutales reacciones de la gente más desfavorecida ante a la opulencia del uno por ciento de la población que nada en la abundancia.
Pero también por lo sabido que se tiene en el mundo entero, no sólo en México -donde ocurre la película- lo que pasa cuando se deja fluir la corrupción en los altos estamentos del estado.
La cinta, que se estrenó oficialmente en el Festival de Venecia, llega hoy a las salas españolas, tras su paso por el festival de San Sebastián, donde Franco es jurado de la Sección Oficial.
Un festival, ha dicho, que es uno de sus favoritos: «La ciudad me encanta, siempre hay buen cine, me gusta la comida, el ambiente, la gente…. Con poder disfrutar de todo esto que extraño tanto, aunque sea de forma parcial, lo agradezco mucho».
El cineasta, que llegó anoche a Donostia, ha añadido que «le gustaría pensar» que aporta «algo» a ese empuje por la Cultura y, en ese sentido, agradece doblemente el esfuerzo al festival español.
«Le da mucha esperanza al mundo y, para los directores y productores, para nuestra industria -agrega-, es esencial ver que se vuelven a mover las cosas».
Por ello, Franco, tres veces premiado en Cannes en los últimos veinte años y ganador del Premio Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián en 2012 por «Después de Lucía», está convencido de que hay que intentar volver a la normalidad.
La película, que se ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Venecia, comienza con la celebración del matrimonio de dos jóvenes de clase alta, mientras fuera de la mansión donde los invitados celebran la boda se produce una revuelta social, que Franco remarca con tremendas imágenes subrayadas por la pintura verde que los manifestantes usan para identificar sus objetivos.
Como si un tornado de locura se apoderase de la población más pobre, la boda se torna en una carnicería y la novia, la única persona que ha demostrado entre toda su clase tener algo de conciencia siquiera humanitaria, es secuestrada por militares que, en realidad, actúan, como los demás, por su propio beneficio.
Con ser terrible esa realidad de saqueos y ajustes de cuentas que pueden recordar desde guerras civiles, locales y próximas, al Holocausto, lo peor es la crueldad, la frialdad y lo asumido que está ese «nuevo» y despiadado «orden», un orden que, a la postre, resulta que no es tan nuevo.
Michel Franco consigue encoger los corazones de los espectadores, a sabiendas de que lo verdaderamente importante es pararse y reflexionar.