México 22 jun (EFE).- Los niños con diabetes tipo 1 en México suelen ser incomprendidos y discriminados en los centros de cuidado como las guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) debido a la falta de información de los responsables sobre la enfermedad, denunció este sábado la mamá de una pequeña.
«Antes de ser diagnosticada, Miranda iba a una guardería del IMSS, pero cuando nos dicen que tiene diabetes tipo 1 e intento reingresarla, me encontré con que no podía porque según el reglamento los niños con diabetes y VIH no son aptos para ir», asevera a Efe Alma Núñez, mamá de Miranda Nani.
Esto, debido a que el tratamiento para la diabetes tipo 1 está basado en la aplicación de insulina, la cual debe ser inyectada a los pacientes para evitar que tengan variaciones de glucosa que los ponga en riesgo.
De acuerdo las Disposiciones para la Prestación del Servicio de Guardería del IMSS publicado en diciembre de 2018 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), los recintos no pueden permitir el ingreso a un niño que tenga un padecimiento que requiera inyecciones, gotas óticas u oftálmicas que deban administrarse durante su estancia en la guardería.
Sin embargo, los responsables de las guarderías no están muy informados al respecto.
En al menos tres guarderías consultadas, los responsables de enfermería aseguraron que no han tenido casos de niños con diabetes tipo 1 y VIH, y que no saben si pueden ser aceptados o no este tipo de pacientes.
«Para mí eso es discriminación. Cuando me enfrenté a esto fui a la dirección general de guarderías del IMSS y me di cuenta que ahí, siendo una institución de salud, no sabían qué era la diabetes tipo 1 ni cómo se trata», aseguró Alma Núñez.
Núñez cuenta que el problema no es solo de las autoridades, sino también de los propios padres que no saben acerca de la enfermedad y es por ello que los niños llegan a atención en momentos muy críticos.
«A Miranda la diagnosticaron con 2 años y 8 meses. Yo no sabía de diabetes, síntomas, nada y cuando empezó a mostrarse cansada y sedienta, yo pensaba que era porque tenía mucha actividad o por el calor», aseveró.
Recuerda que en una semana, los niveles de glucosa en la sangre de su hija se elevaron a 450 lo cual tuvo a la pequeña al borde de padecer un coma diabético.
Tras ello, Alma se enfrentó al diagnóstico, «el cual fue devastador» y representó un cambio drástico de vida.
«Al principio un pediatra me dijo que mi hija ya no tendría una vida normal. El mundo se me vino abajo. Pero después vi otro doctor que me aseguró que Miranda podría ser como cualquier otra niña o niño, aunque con algunas restricciones», manifiesta.
La diabetes tipo 1, explicó la nutrióloga y educadora en diabetes Nadia Montes, es una condición autoinmune que produce destrucción de células protectoras de insulina y ello lleva a que se tenga que aplicar de manera inmediata.
«La insulina hace las funciones que el páncreas ya no puede realizar, por eso es considerada una enfermedad irreversible, pero controlable», admite.
Sin embargo, debido a que la insulina se produce cada vez que se ingiere un alimento, es necesaria la aplicación de inyecciones varias veces al día.
«Es complicado, porque no se habla de la enfermedad y a veces otros papás ven a los niños con diabetes tipo 1 como raros o distintos», indicó Alma Núñez.
Sin embargo, para niños como Miranda, que son diagnosticados desde pequeños, la condición se vuelve parte de su vida.
«A sus seis años Miranda sabe inyectarse sola, sabe qué dosis debe ponerse y cuándo. Nos hemos hecho de algunos accesorios que ayudan a hacer más fácil este proceso, para ella ya es algo muy normal», subrayó Nuñez.
Hoy, Miranda vive una vida normal, come de todo aunque en pequeñas porciones, va a la escuela y se dice feliz.
«Un día le pregunté si era feliz y ella me dijo que sí, porque podía hacer y comer lo que quisiera. Eso me abrió los ojos para entender la enfermedad y aceptarla. Es una gran maestra», finalizó Alma.