“Mucho ayuda el que no estorba”. POPULAR
Coincido con el presidente López Obrador en que los subsidios a las empresas no son la mejor forma de enfrentar la crisis económica. Sé que la mayoría de los gobiernos del mundo los están usando y que los aplicó en la Gran Depresión Franklin Delano Roosevelt, a quien el presidente Andrés Manuel dice admirar. No creo, sin embargo, que sean el camino ideal para la recuperación. Si no vamos a usar subsidios a las empresas, por lo menos deberíamos dejar de levantar obstáculos a la inversión productiva.
Los subsidios a las empresas son injustos. Como no hay recursos para todas, hay que escoger a cuáles ayudar. Esto no sólo es inequitativo, sino que lleva a la corrupción. ¿Cuáles serían las compañías elegidas? Si son las que más problemas tienen, es un golpe injusto para sus competidoras que han hecho mejor trabajo. Subsidiar a perdedores es la peor política económica.
Prefiero, como dice el Presidente, que los subsidios se entreguen a los más pobres. No creo que los programas sociales de López Obrador sean los mejores, porque no están bien diseñados, ni tienen padrones adecuados y transparentes, pero comparto la filosofía de ayudar a los pobres y no a las empresas.
La mejor política de apoyo a las empresas no es el subsidio, sino la eliminación de barreras a la inversión y la operación. El Gobierno, sin embargo, tampoco está haciendo bien este trabajo. Los cambios constantes de reglas del juego, como ocurrió con el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y la planta cervecera de Mexicali, tienen un enorme impacto negativo en la inversión. Las empresas se pueden ajustar a malas políticas públicas, pero no a cambios retroactivos en las reglas.
México tiene en este momento una oportunidad histórica para atraer inversión internacional que tendrá que salir de China ante las crecientes fricciones con Estados Unidos. El acoso del presidente Donald Trump a firmas chinas, como ZTE, Huawei y ByteDance, propietaria de TikTok, ha lanzado un mensaje a las corporaciones del mundo de que ya no podrán seguir usando a China como su plataforma de manufacturas. Muchas podrían volver la vista a México, que por su cercanía con Estados Unidos y su recién estrenado T-MEC tiene ventajas inmejorables.
Pero México sufre también problemas que podrían convencer a los inversionistas de buscar otras opciones. Nuestro país tiene tasas fiscales para empresas significativamente mayores que las de nuestros rivales económicos y, además, aquí se cobran gravámenes adicionales, como el reparto de utilidades, que no existen en el resto del mundo.
Las secretarías de Economía y Hacienda están ahora considerando modificaciones a las reglas fiscales que se aplican a la industria maquiladora, responsable de 276,932 millones de dólares de exportaciones en 2019, que retardarían de manera significativa las devoluciones de IVA y IEPS. Para empezar, es un absurdo cobrar estos impuestos a una industria que no tiene obligación de pagarlos porque no vende en México, de ahí las devoluciones. Retrasar ahora las devoluciones de unos cuantos días a varios meses reduciría de manera importante los flujos de las empresas y les restaría competitividad. Esto, sin embargo, no parecen comprenderlo funcionarios que no han trabajado nunca en empresas privadas.
Reitero mi posición: aplaudo la política del presidente López Obrador de no dar subsidios a las empresas, pero le recuerdo lo que dice esa sabiduría popular que tanto aprecia: “Mucho ayuda el que no estorba”.
COMBUSTÓLEO
El doctor Mario Molina ha propuesto prohibir el combustóleo por contaminante. La generación eléctrica se puede hacer con gas, que es limpio y barato, pero el Gobierno quiere combustóleo porque lo producen las refinerías mexicanas y porque las viejas generadoras de la CFE están hechas para emplearlo. No importa que se enferme la población.
Twitter: @SergioSarmiento