Antes de dormir pienso en ti.
No tengo ni puta idea de dónde estés, pero estoy seguro de que allá donde andas te acuerdas de mí.
Sé dónde se pudre tu cuerpo, la carne esa de la que salió esto que también se va a podrir.
No sé dónde está tu energía, dónde quedó la luz que iluminaba tus ojos al llorar y sonreír
A veces no sé ni qué hago aquí.
Lo más cercano a morir es cuando me quedo dormido y no sé si despertaré, pero sé que me duermo pensando en ti.
Si no despierto, es porque ya me reuní.
Mi abuela materna coleccionaba el cordón umbilical de la mayoría de sus nietos. Cuando esa tripa seca se desprendía del ombligo, mi viejita caderona la exigía y ese trozo de humano iba a parar a una de sus tantas macetas.
Mi “Mamá Cuca” tenía un estrecho pasillo lleno de macetas apiladas por ambos lados, y un patio con jaulas colgadas de las paredes donde abundaban sus pájaros cantadores. Por las tardes se sentaba a tejer y un gato estaba a sus pies.
Una amiga viajó a Japón y me dio en adopción un gato que fue a parar a los pies de mi abuela, ese animal era su adoración. Me decía que al peludo le gustaba sentarse en la orilla de la ventana que daba a la calle a ver pasar a la gente. Un siamés que ella llamaba con besitos al aire para que estuviera en sus piernas mientras veía televisión.
Un día el mínimo desapareció, ella juraba que se lo habían robado, pues estaba hermoso.
Mi abuela, morena y de rizos canos, tenía la creencia que las personas regresaban al lugar donde estaba su cordón umbilical. No sé si eso sea cierto, pero la señora fue la adoración de sus hijos y nietos.
Cuando hacía mole, allá en la casona pegada a las vías del ferrocarril, mataba a las gallinas en el jardín. Ponía el pescuezo en un trozo de riel y con un machete decapitaba al animal. Luego, a los nietos que estábamos de metiches viendo a la abuela jugando al verdugo, nos aventaba la gallina o el pollo descabezado a que nos persiguiera mientras ella se reía de nosotros.
Creo que mi cordón umbilical se lo llevó allá dónde está, porque mi mente muy seguido regresa a ella, a sus raras historias y a sus extrañas prácticas.