México, 1 jul (EFE).- El protagonismo del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha restado fuerza a la oposición, que se ha mostrado frágil y sin brújula tras su derrota en las urnas el 1 de julio de 2018 y la llegada al poder del izquierdista el 1 de diciembre.
El tsunami electoral que provocó López Obrador lo llevó a la Presidencia con 53 % de los votos, 30 millones de 56 totales; mientras su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se hizo de la mayoría del Congreso, algunas gubernaturas y numerosas alcaldías.
Fue un golpe del que sus adversarios no se han logrado reponer.
Integrada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), «la nueva oposición mexicana» trata de solventar su actualidad de la mejor manera, según especialistas entrevistados por Efe.
Con el PRI en plena reestructuración, el PAN sin liderazgos y el PRD en riesgo de desaparecer, estos partidos no han ubicado su lugar en el tablero político.
Para el coordinador del Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente, uno de los problemas más importantes que tiene la oposición es que «no ha logrado pronunciarse como una propuesta alternativa de gobierno viable».
Para el académico esa debería ser la principal misión de la oposición en este país «y no tanto obstaculizar o buscar que fracase el actual gobierno, el cual hoy en día tiene una oposición frágil, sin capacidad de interlocución con otros actores y parece que es una oposición en la búsqueda de su propia identidad».
De acuerdo con el también investigador, cada partido ha estado ocupado en observar hacia adentro sus propias transiciones internas.
El otrora dominante PRI revisa la elección de sus dirigentes al tiempo que estudia cómo reorganizarse ahora como fuerza de oposición, aunque llega «muy disminuido como nunca en la historia como tercera y en ocasiones hasta cuarta fuerza política en el Congreso».
En tanto, el PAN, que sería ahora mismo la principal oposición, «no ha sido un voz que aglutine a los opositores y parece sufrir un factor de discordia y no ha generado consensos al interior del partido, mientras el PRD está, prácticamente, desapareciendo».
Para Gibrán Ramírez Reyes, politólogo de la UNAM y de El Colegio de México, la oposición mexicana «está en los huesos ideológicamente» y sufre «un vaciamiento ideológico que los hace volver a su rechazo a López Obrador a partir de políticas específicas».
Como ejemplo puso el rechazo de los opositores a la política social de López Obrador, que entrega becas a estudiantes, recursos económicos a personas con discapacidad y de la tercera edad, entre otras acciones, porque «ellos consideran que se entrega a personas que no trabajan».
En síntesis «es un proceso de disolución ideológica de la derecha, de falta de referentes ideológicos y de falta de autoridad moral», consideró.
Para Ulises Flores, profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de México, al no tener una competencia o una oposición relevante, el presidente López Obrador «tiene una gran cancha para poder establecer las políticas que él quiere».
Además como tiene mayoría en el Congreso y en muchas legislaturas estatales, así como apoyo de varios gobernadores de los estados, «la oposición se las está viendo complicadas; podríamos decir que no hay una oposición tan fuerte para sus políticas y eso le favorece en la gran mayoría de los temas».
Flores, coordinador de la maestría en Políticas Públicas Comparadas de la institución, dijo que la oposición sufre un reacomodo natural «porque la aplastante mayoría con la que ganó López Obrador le dio un gran margen de maniobra en negociación y sobre todo para poner los temas en la agenda en el orden y las prioridades que él quiere».